DEL PELIGRO DE DERRUMBE AL DE CONSERVACIÓN PERMANENTE
Del edificio ecléctico que, en octubre de 2012, el huracán Sandy dejó al borde de la demolición, queda el recuerdo, tras su «resurrección» meses más tarde.
«El 13 de agosto de 2013 inauguramos esta unidad de la gastronomía que ha mantenido, entre las nueve de la mañana y las diez de la noche, un servicio constante», dijo a Granma Katia Reyes, fundadora de la Fraternidad, que dirige Delmis Sánchez, y que pertenece a la Empresa Comercial Compay Tiago.
«Aquí no sale ningún producto a la venta sin certificar su calidad, ni helado derretido, ni figuras de chocolate sin estética, mucho menos un bombón con bajo gramaje, dulces bajos de azúcar o el gustazo a la taza –bebida insigne de la heladería– sin la calidez y sabor necesarios para una bebida de chocolate», afirma Aída Calá, quien supervisa la calidad en esa unidad.
CUANDO EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS
Si la premisa es que los clientes disfruten la estancia en el local, «la gestión de la materia prima de proveedores es vital para luego mezclar, incluir la maicena, la cocoa, el estabilizador, pasteurizar entre 15 y 20 minutos, y que luego repose durante media hora, dando paso al enfriamiento o mantecado», asevera Joaquín Hernández, quien elabora el exquisito helado artesanal Fraternidad.
Son 28 los trabajadores de la actual unidad empresarial de base, que se ha extendido hasta la amplia, confortable y céntrica Garzón y K, renombrada como Heladería Infinita, donde laboran 32 gastronómicos.
En ambas sedes se expenden, además, otros comestibles, y en la tienda de Fraternidad se implementa el servicio de caja extra, a través de la aplicación informática EnZona, y se están dando los pasos para que se utilice también la pasarela Transfermóvil, y que los clientes puedan obtener hasta 5 000 pesos en efectivo.
«Decenas de santiagueros acuden a nuestra tienda para extraer dinero, y se encuentran con figuras de gran tamaño –desde animales hasta zapatos (precio de 500 pesos)– y los bombones que cuestan entre 12 y 250 pesos; otros acceden a la Tienda Virtual y, como es lógico, realizan los pagos a través de medios digitales», expone orgullosa y con mucho ajetreo Sunanda Parra, dependienta de la tienda.
Recorren toda la Isla en busca de insumos y, a la vez, obtienen ganancias y generan utilidades. «Somos autosustentables, un dependiente cobra 2 600 pesos y 3 000 en utilidades, y la atención integral al trabajador es un objetivo logrado», expresa Yamila Pantoja, mientras atiende a los comensales.
LOS CLIENTES TIENEN LA ÚLTIMA Y DEFINITIVA PALABRA
Una muchedumbre en los predios de la Plaza de Marte esperando su turno, a plena capacidad la tienda, en la que hay niños que quieren comprar golosinas, y turistas que, bajo el calor y sol santiagueros, entran para tomar un jugo y degustar dulces.
Yornelis Columbié, de visita por primera vez, reconoce el «buen trato desde el salón de espera, y la calidad del helado, aunque los pasteles y dulces ya se acabaron; según me dijeron, la demanda es grande».
Algo parecido opina Mirza Vidal, acompañada por Yaiselis Ramírez: «Somos asiduas a esta chocolatería, cada vez que visitamos la calle Enramadas aprovechamos y nos llegamos hasta acá, donde los precios son más bajos que en otros sitios y, por supuesto, que los de los vendedores ambulantes».
Yudmila David es otra que destina al menos un día de la semana para disfrutar el «gustazo a la taza», conocedora de los beneficios de los derivados del cacao: «Disminuyen los niveles de colesterol, el deterioro cognitivo, reducen el riesgo de problemas cardiovasculares y el estrés, mejorando el estado anímico», entre otros beneficios.
Los ingresos superaron en mayo pasado los 2 500 000 pesos sin perjuicio de la fiel clientela, que durante casi nueve años ha encontrado en la heladería Fraternidad la opción más barata y sabrosa que hay en la ciudad de Santiago de Cuba.