Inspirada en los principios de solidaridad y antiimperialismo, esta gesta defendió la independencia angoleña y encarnó el espíritu humanista y heroico del pueblo cubano. Su nombre rinde homenaje a Carlota, una mujer africana esclavizada que lideró una rebelión en Cuba en 1843, símbolo de resistencia contra la opresión.
Angola, recién liberada del colonialismo portugués en 1975, enfrentaba una invasión de Sudáfrica -bajo el régimen del apartheid- y de fuerzas apoyadas por Estados Unidos y Zaire (actual República Democrática del Congo). El Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), encabezado por Agostinho Neto, solicitó ayuda a Cuba. Fidel Castro, en un discurso histórico, declaró: "No éramos un país rico, pero teníamos algo más valioso: el deber de luchar contra el racismo y el colonialismo".
El 5 de noviembre, aviones cubanos llevaron a los primeros instructores militares a Angola. Pronto, miles de soldados y colaboradores civiles partieron hacia el continente africano. Según el periódico Granma más de 375 000 cubanos participaron en la misión, incluyendo 50 000 médicos, maestros e ingenieros. La Operación Carlota no fue solo una campaña bélica: fue un puente de solidaridad.
Mientras combatían, los cubanos construyeron escuelas, hospitales y sistemas de riego. Incluso en zonas de conflicto se garantizó la atención médica a civiles angoleños. Médicos cubanos realizaron más de 2 millones de intervenciones quirúrgicas y salvaron a 70 000 vidas entre 1975 y 1991, según datos del Ministerio de Salud Pública de Cuba.
La batalla de Cuito Cuanavale marcó un hito. Las tropas cubanas y angoleñas detuvieron el avance sudafricano, lo que Nelson Mandela calificó como "el punto de viraje para la liberación de África". Fidel Castro resaltó en sus memorias: "Allí se defendió no solo a Angola, sino a la dignidad de toda África".
La Operación Carlota culminó en 1991, pero su espíritu perdura. Cuba mantuvo colaboración con Angola en educación y salud: más de 10 000 profesionales angoleños se formaron en la Isla, y la brigada médica Henry Reeve asistió al país durante la pandemia de covid-19.
La Operación Carlota no fue una simple intervención militar, fue un acto de amor a la humanidad. Como escribió el historiador cubano Piero Gleijeses: "Cuba actuó por convicción, no por interés". Hoy, el nombre de Carlota, la rebelde, vive en cada cooperante cubano que lleva salud y esperanza a los pueblos del mundo.