Humanamente pone a prueba todo. El que no haya efectivo, y por otro lado que lo consigas con un porciento de impuesto; los precios de los productos y bienes; el tiempo que roba del día a día solucionar estos problemas para poder desde alimentarse hasta todo lo demás, y que además los nuevos actores económicos rechacen una transferencia. Es inconcebible e insostenible.
¿Dónde está el control de esto? Es que no se le piensa poner coto a los problemas que hacen tan difícil todo.
¿Acaso se socializa lo suficiente algún teléfono para denunciar a quienes no cumplan con lo establecido? Y tengan como objeto decorativo un código QR que, además, quizás ni siquiera sea el de una cuenta fiscal, si es que existe.
Realmente quien viva atravesando estos percances en la cotidianidad, no lleva una vida normal. Son periodos de ausentismo al trabajo para afrontar una cola en el banco, o una carrera de dónde puedo solventar la alimentación de la jornada, por transferencia; o regresar con las manos vacías a casa.
Hasta los inescrupulosos que pagan en efectivo y cobran un porciento se benefician de situaciones como estas, que premian y enriquecen al injusto y doblegan al trabajador. Cuando todos los reincidentes en estas violaciones deberían ser quienes pagaran por los atropellos.
Una vez más, la justicia, la exigencia de que cada quien haga lo que le corresponde, desde el que denuncia hasta el que vela por que no ocurra o se aplique la ley; el control y la sistematicidad, deben partir por velar qué ocupa y preocupa, y solucionar dificultades como estas. No todos los problemas dependen de esperar por un recurso no disponible; la mayoría dependen de la atención y actuación oportuna de todos los factores implicados.