Santiago de Cuba,

Opinión

“Vamos a llegar tarde a la conferencia”, les escuché decir varias veces durante las casi tres horas que estuvimos en la terminal. Las clases rompían a las ocho en punto y todos queríamos estar a tiempo; por eso empezamos el día a las cuatro de la mañana, haciendo honor a la sabia popular de que “al que madruga Dios le ayuda”; pero los jóvenes universitarios que estudiamos en Santiago de Cuba y residimos en otros municipios o provincias, ya no estamos muy seguros del viejo refrán.

Varios años atrás, los jóvenes entrábamos a las aulas universitarias y se observaba en todos la motivación y el interés por los conocimientos y materias que estaban recibiendo. La algarabía y el debate que se ocasionaba, apenas dejaba al (la) profe –como cariñosamente se les dice- continuar con sus explicaciones.

No pretendo erigirme en descubridor de las causas que dan lugar a que falten productos en el plato de la mesa del cubano, pero sí exponer la certeza de que a pesar de la carencia de recursos  por el bloqueo de Estados Unidos contra el país, la pandemia de la Covid-19 y la actual crisis económica internacional, con voluntad, trabajo y consagración, se puede mejorar esta situación.

Y luego de esa afirmación de Fidel en la clausura del VII Congreso del Partido, en abril del 2016, un ovación que, extraordinariamente, llega hasta nuestros días. Esa fue la inspiración, además, de las sesiones del V Pleno del Comité Central, primero, y las de la Asamblea Nacional del Poder Popular, después, que analizaron exhaustivamente la realidad cubana durante la semana.

La fecha del 1ro. de enero marca, en distintos tiempos, un hito en las relaciones Estados Unidos-Cuba. Ese día de 1899, se materializó una larga aspiración imperial, al quedar instaurado en Cuba un gobierno interventor militar norteamericano.

Como un ave de mal agüero, el Departamento de Estado norteamericano anunció la inclusión  de Cuba, junto a otras naciones, en la lista negra de  los países que violan la libertad de religión.

Como un ave de mal agüero, el Departamento de Estado norteamericano anunció la inclusión de Cuba, junto a otras naciones, en la lista negra de los países que violan la libertad de religión.

Una vecina lectora, enfermera  jubilada desde hace 12  años, se quejaba  de los altísimos precios de los productos existentes en el mercado agropecuario cercano a su vivienda, exponiendo como ejemplo, que la libra de tomate de ensalada está a 140 pesos.

Controlar una epidemia de dengue como la que afecta actualmente a este país no es cosa de un día. Y menos si las limitaciones para enfrentar la contingencia radican, fundamentalmente, en la escasez de recursos indispensables para atacar las causas del problema.

Nadie tiene que explicarnos lo que es y cómo se siente vivir signados por las consecuencias de una guerra económica porque eso es asunto de todos los días, aunque algunos se crean la historia de que el bloqueo “es muela”, que solo afecta al Gobierno y que las múltiples privaciones sufridas por la población se deben a la “maldad” e “ineptitud” de los decisores.

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