Murió de cara al sol en Dos Ríos y sus restos están en Santa Ifigenia. Los santiagueros custodiamos sus restos y preservamos su legado. Una visión profética tuvo el Apóstol y la suscribió en su Elegía a mis hermanos muertos el 27 de Noviembre de 1871: “Cuando se muere/ en brazos de la patria agradecida,/ la muerte acaba, la prisión se rompe; ¡empieza, al fin, con el morir la vida!”
Es por eso que no recordamos hoy su muerte en el sentido literal, con sentimientos luctuosos; más bien celebramos su vida, esa fecunda existencia en la que sacrificó todo en pos de una Cuba “con todos y para el bien de todos”.
Martí está junto a Céspedes, el Padre de la Patria; junto a Mariana; cerca de generales y soldados mambises; está próximo a Fidel, su mejor y mayor discípulo, ese que traía sus doctrinas “en el corazón”.
José Julián Martí Pérez está en el Santiago nombrado, también, Cuba.