De Santiago a la manigua: el camino de un revolucionario
Nacido el 17 de septiembre de 1851 en El Cobre, un pueblo marcado por la rebeldía desde los tiempos de los esclavos cimarrones, Crombet creció en una familia de arraigado patriotismo. Desde joven se unió a las conspiraciones independentistas y, cuando estalló la Guerra de los Diez Años en 1868, se alzó en armas bajo las órdenes de Donato Mármol. Su valentía y disciplina lo llevaron a convertirse en uno de los oficiales más destacados del Ejército Libertador.
Pero fue en la Guerra Chiquita (1879-1880) donde Crombet demostró su temple. Junto a Antonio Maceo lideró la resistencia en Oriente, convirtiéndose en su hombre de confianza. Tras el fracaso de la contienda, ambos partieron al exilio, pero nunca claudicaron. Crombet se fuun puente clave entre José Martí y los veteranos mambises, trabajando incansablemente para organizar lo que sería la Guerra Necesaria.
El desembarco de Duaba y su último combate
El 1 de abril de 1895, Flor Crombet desembarcó por Duaba, Baracoa, junto a Antonio y José Maceo, en una expedición que marcó el reinicio de la lucha independentista. Sin embargo, el destino le tenía reservado un final trágico. El 10 de abril —solo nueve días después de llegar a Cuba—, Crombet cayó en combate en Alto de Palmarito, cerca de Santiago de Cuba, enfrentando a las tropas españolas.
Su muerte fue un duro golpe para la Revolución, pero también un ejemplo de entrega absoluta. Crombet no solo fue un militar excepcional, sino un estratega y organizador clave para el levantamiento en Oriente. Su conexión con Santiago de Cuba era profunda: conocía sus montañas, su gente y su espíritu indomable.
Por eso se le rinde homenaje con calles que llevan su nombre, monumentos y el recuerdo permanente en la historiografía local. Su figura simboliza la tenacidad del oriente cubano, esa tierra que nunca se rindió ante el colonialismo.
En el 130 aniversario de su muerte, recordamos sus palabras: "Prefiero morir en Cuba que vivir en el extranjero". Y así lo hizo, combatiendo hasta el último aliento por la patria que amó.
Flor Crombet no es solo un nombre en los libros de historia, es un faro que sigue guiando a Cuba, especialmente a Santiago, la ciudad que lo vio crecer y a la que defendió con honor.