La feria reunirá a 13 provincias cubanas y 28 países extranjeros, incluyendo actores clave como España, China, México, Venezuela y Rusia. La presencia de embajadas como Surinam, Emiratos Árabes, Rusia, entre otras, subraya el interés geopolítico en la región.
Dentro de los sectores que involucran actores locales con potencial para generar acuerdos comerciales importantes se encuentran:
– Agroindustria: Empresa Cárnica Santiago, UBPC Lombricultura y Finca Shalom (producción sostenible).
– Tecnología e innovación: Yam Technological, CINTRO S.A. (Universidad de Oriente) y DESOF (soluciones informáticas).
– Salud: Retomed (equipos médicos) y Sucursal Servicios Médicos.
– Cultura y creatividad: EGREM, Empresa Provincial de la Música «Miguel Matamoros» y Fondo Cubano de Bienes Culturales.
– Energía e industria: MPM BM & C Energía SURL, Tecnoazúcar y Geominera Oriente.
– Turismo: Representación Territorial Cubanacán y Havanatur.
La participación de ETECSA, Cubana de Aviación, CIMEX, Geo Cuba y Labiofam, junto a MIPYMES como La Moneda Sur y D’Vincent Soluciones, evidencia una apuesta por sinergias entre gigantes estatales y emprendedores. La zona portuaria (ECASA, Servicios Portuarios del Oriente) y el sector agroforestal (Gran Piedra Baconao, San Luis) completan un ecosistema productivo integral.
En un contexto de tensión financiera, Expocaribe 2025 no es solo una feria comercial, es una trinchera para la reactivación. La diversidad de perfiles, desde la Empresa Militar «Desembarco del Granma» hasta la editorial Oriente, por ejemplo, muestra la voluntad de explorar todos los frentes. El reto será concretar inversiones extranjeras (como las de España o China) y alianzas público-privadas que dinamicen sectores estratégicos como logística, biotecnología, turismo y agroalimentación.
En su vigésima edición, Expocaribe se consolida como el escaparate imprescindible del oriente cubano. Su éxito no se medirá solo en ruedas de negocios, sino en su capacidad para atraer proyectos ejecutivos que inyecten resiliencia a la economía.
Santiago de Cuba, anfitrión de este diálogo entre lo local y lo global, demuestra una vez más por qué es baluarte de la resistencia y la innovación en Cuba.