La elección de este día no es casual: el 8 de junio de 1865, el patriota Ignacio Agramonte y Loynaz, uno de los más ilustres abogados cubanos, defendió su tesis de grado en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de La Habana. Años después, ese joven abogado pondría sus conocimientos al servicio de la causa independentista, redactando la primera Constitución de la República en Armas en 1869.
Hoy, más de un siglo después, el ejemplo de Agramonte inspira a miles de profesionales del sector jurídico: jueces, fiscales, abogados, notarios, asesores y profesores de Derecho, que cada día trabajan por una sociedad más justa, equitativa y con apego a la ley.
Este día es también ocasión para reconocer la labor formativa de las facultades de Derecho, el compromiso de los estudiantes de esta carrera, y el papel esencial de los juristas en la construcción de un país más democrático y transparente.
Desde Santiago de Cuba, tierra de historia y de leyes, llegue el reconocimiento a todos los que dignifican el ejercicio jurídico con ética, preparación y vocación de servicio.
¡Felicidades a nuestros juristas en su día!