Según explicó a la Agencia Cubana de Noticias Vladimir González, director de la escuela especial para ciegos y baja visión Antonio Fernández, enclavada en esa localidad, los dormitorios desocupados por una reducción de la matrícula interna en el centro fungen en la actualidad como salones infantiles.
Con 14 educadoras, cuatro auxiliares pedagógicas, personal de cocina y una coordinadora, además de la disponibilidad en el territorio de jóvenes profesionales calificadas para ejercer en la institución, el centro de reciente creación resuelve una de las problemáticas más añejas de esta demarcación: la inexistencia de círculos infantiles para una población superior a los 30 mil habitantes, comentó.
El proceso de ingreso es similar al de los círculos infantiles en cuanto a la solicitud y la asignación de plazas, con atención priorizada a las madres trabajadoras de los sectores educación y salud, aunque ya se extendió a otros de importancia socioeconómica, refirió.
Señaló el establecimiento de horarios y adecuaciones curriculares de acuerdo con las habilidades a desarrollar por edad y destacó las óptimas condiciones infraestructurales de los locales y la remodelación de las áreas de baño, a fin de generar confort.
Sumae Velázquez, educadora responsable del segundo año de vida, calificó de fructífero el desempeño en equipo de las docentes, pues posibilitó la confección de creativos juguetes y medios de enseñanza con materiales reciclables antes de la apertura de la Casita.
Agradeció la participación activa y entusiasta de los familiares en todas las actividades del centro y evaluó de excelente el comportamiento y velocidad de aprendizaje de los matriculados.
Este espacio propicia la retroalimentación entre recién graduadas y experimentadas, porque las jóvenes se nutren de la experiencia mientras ejecutan metodologías de trabajo actualizadas y funcionales para estos tiempos, concluyó.
De acuerdo con Orlando Ocaña, padre beneficiado, el exitoso funcionamiento de estas instituciones evidencia el ingenio y voluntad estatal y gubernamental en beneficio de la toda la sociedad y como resultado del esfuerzo conjunto de las autoridades políticas, la educación y las empresas radicadas en la zona.
Coincidió en que Rayito de Luz soluciona una antigua problemática del poblado y las contribuciones de los padres a la comodidad y embellecimiento del lugar demuestran el compromiso con su mantenimiento.
Las casitas infantiles constituyen una alternativa adoptada por el sistema educativo nacional, para mitigar la alta demanda de plazas en instituciones de la primera infancia y brindar a numerosas madres la posibilidad de insertarse al empleo.