Así lo explica el ingeniero Leonardo Beira Fontaine, uno de los más prestigiosos en su gremio, a quien la modestia le impone obstáculos para hablar de sí mismo.

“Yo represento a mis compañeros… es por ellos que estoy aquí”, esa fue la advertencia que selló las condiciones para la entrevista. Fue hace apenas unas semanas, cuando le entregaron el Premio Provincial de Electromedicina por la Obra de la Vida.

Y ahora que se aproxima el Día Internacional de los Trabajadores, aflora el recuerdo de aquel hombre blindado contra el egocentrismo, de hablar pausado y mirada gentil, que significó por encima de sus muchos méritos personales, los esfuerzos del colectivo al que pertenece.

"Actualmente hay un déficit grande de piezas de repuesto y de accesorios. Sin embargo, día a día mis compañeros: técnicos, licenciados e ingenieros, salen para las unidades asistenciales con sus innovaciones y su experiencia, para mantener la funcionalidad de los equipos”, dijo.
Leo, como le llaman sus colegas, es experto en tecnologías de laboratorio clínico y oftalmología.

“En el caso de mi departamento las dificultades más frecuentes están asociadas con la falta de accesorios, hay poca disponibilidad de lámparas y casi todos los equipos las requieren. Entonces hacemos adaptaciones con lo que se nos suministra, o lo que podemos recuperar. Otro ejemplo es el de los electrodos de gasometría que prácticamente no tenemos y los que se están utilizando hay que acondicionarlos frecuentemente, de manera que se pueda lograr un diagnóstico certero… y así ocurre con todo”, explicó.

Lo que más le apasiona es que su profesión genera aprendizajes, más allá de la actividad técnica.

“La electromedicina se relaciona mucho con la medicina: uno debe saber de fisiología para poder evaluar determinados parámetros y comprobar que el equipamiento está haciendo lo que debe. Eso me ha permitido conocer de varias especialidades y mejorar el desempeño”.

La consagración y la vocación han sido claves para los 30 años dedicados a sostener la operatividad de los aparatos de diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

"Lo que he podido hacer ha sido gracias a las experiencias de muchos compañeros valiosos, y con esa sabiduría colectiva es que puedo llevar a cabo mi trabajo y contribuir a los resultados que hoy tenemos en el Taller. Por supuesto, queremos más, pero la mayor satisfacción es que en el área que atendemos, los servicios principales están funcionando, a pesar de las dificultades que enfrenta nuestro sector”, confesó.

La institución donde labora este santiaguero, atiende la red de servicios de Salud de la Ciudad del Cauto, de San Luis, Mella, Contramaestre y Tercer Frente. Y aunque cada territorio tiene sus electromédicos, cuando hace falta Leo y sus compañeros acuden a hospitales, policlínicos, salas de rehabilitación y otras unidades para asesorar, solucionar averías o contribuir al mantenimiento preventivo, tan necesario para evitar roturas y extender la vida útil de las tecnologías instaladas.

Leo es uno de los más de 45 mil afiliados al Sindicato Provincial de Trabajadores de la Salud y de BioCubaFarma. Y como él son muchos los que se tienen el pie en el estribo para salir todos los días a la batalla contra la escasez y el desaliento, poniendo lo aprendido y el corazón en cada tarea.

En las condiciones actuales, cuando el país afronta las consecuencias de lo que el presidente Miguel Díaz-Canel llama economía de guerra, sostener los servicios médicos gratis y universales, resulta una verdadera proeza.

Es entonces cuando el ejemplo de gente como Leonardo Beira Fontaine ayuda a comprender por qué en 2024, una vez más, el movimiento obrero de las batas blancas iniciará el desfile del Primero de Mayo en Santiago de Cuba.
Será el tributo a la gente que suma esfuerzos en compromiso perenne con la salud del pueblo.