Y no se trata de que celebren solo las personas que llegaron a la unión conyugal por disposiciones jurídicas; corren tiempos en los que confluyen diversas formas, unas más tradicionales o costumbristas, otras atemperadas a la modernidad, pero todas dignas de respeto siempre que prime el amor y la fidelidad.
La idea de celebrar este día -cuentan las publicaciones de la época- comenzó en Louisiana, en 1981, cuando un grupo de matrimoniados solicitaron al alcalde de la ciudad, al obispo y al gobernador del estado que proclamaran la jornada “Creemos en el Matrimonio”. Al año siguiente, 43 gobernadores declararon oficialmente la conmemoración, que se extendió incluso a las bases militares estadounidenses en diferentes países. En 1983, se cambió el nombre por ‘Día Mundial del Matrimonio’; desde entonces comenzó a celebrase en varias latitudes.
Y aunque en Cuba no constituye una tradición hacerlo, nunca es tarde sumarse al homenaje a la vida en pareja, que implica retos y sacrificios, a veces sortear tabúes raciales, modelos patriarcales, homofobias, falsos estereotipos de edades y creencias religiosas; en la que ciertamente no todo no es color rosa, pero que sin lugar a duda, es un privilegio para quienes disfrutan de esa relación conyugal diaria.
Festejar ese Día es prestigiar al ser amado, que acompaña en buenas y malas, tempestades y calma, alegrías y tristeza. Es ponderar una de las instituciones sociales más antiguas del mundo: el matrimonio.
Sepa usted que se celebra el último domingo de abril -que en esta ocasión será el 28-; una fecha que afianza la solidez de este parentesco, que es reconocido y consolidado por normas legales, prácticas comunitarias, religiosas y morales.
Aprovechemos entonces la jornada dominical para festejar el Día, que también precisa de una mirada renovadora, que rompa con cánones que lo definen solo como la unión entre un hombre y una mujer. Por suerte y para bien de la comunidad LGBT cubana, con la aprobación del nuevo Código de las Familias, se logró el reconocimiento legal entre dos personas del mismo sexo, pero más allá de la ley, refleja también una transformación lenta pero progresiva en el pensamiento de la sociedad.
Sin duda, la unión conyugal entre dos personas implica una serie de derechos, deberes y requisitos, cuando se realiza por la vía civil; pero si adquiere un matiz religioso, tiene a su vez las normas y costumbres de la religión bajo la cual se celebra.
Lo cierto es que el matrimonio, con sus múltiples miradas, sigue siendo esa unión movida por el más universal de los sentimientos: el amor; por eso más allá de este su Día Mundial, debe ser motivo de celebración en cada amanecer.