A través de la tecnología de punta, combinando fotos, videos, infografías, discursos y muchas tantas cosas, nos vamos adentrando en una vida y una obra que es de todos, en la trayectoria de la Revolución.
Ya sabemos que Fidel, hombre como pocos en el mundo por su conocimiento, capacidad de visualizar los fenómenos sociales, humano y muy modesto, dejó clara su voluntad de que después de su fallecimiento “su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos ni erigidos en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo”. ¡Qué difícil es cumplir con ese mandato, Comandante! Es que a lo largo de los años los cubanos hemos reverenciado a nuestros héroes de esas diversas formas.
Por eso nace el Centro Fidel Castro, institución pública destinada a difundir, estudiar e investigar su obra, lugar mágico donde se emprende un “viaje” en el que usted puede llegar a sentir la presencia del Líder de la Revolución cubana.
Como complemento, conocimos allí a una persona que dedicó los mejores años de su juventud a la protección del Comandante, que tal vez por eso deja cubrir su rostro con una abundante barba, y quien dijo que al paso de estos años, sueña con él y hasta a veces siente su olor, “ese olor a madera” a lo que los presentes dijimos: ¿caguairán? Para reforzar ese sentir, al llegar a una de las salas que tienen las paredes forradas de madera dijo: “no sienten, ese olor es el mismo de él”.
Lo cierto es que pasa el tiempo y no lo olvidamos porque los agradecidos nunca olvidan; lo extrañamos y hasta en los momentos más difíciles nos preguntamos: ¿Qué hubiese dicho o hecho Fidel?
Santiago de Cuba, la Cuna de la Revolución lo recibió hace siete años y sus hijos lo custodiamos en esa piedra extraída de la Sierra Maestra, lugar que lo cobijó, y ahí está porque “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Muchas personas acuden a él en silencio, buscando “luces” para seguir adelante, para preguntarle, consultarle, porque siempre tenía una respuesta, y en el mejor de los casos, una solución para los problemas nuestros, que también eran suyos.
Sí, estoy segura de que él caminó junto a nosotros en el Centro Fidel Castro, que estuvo en el recientemente concluido XI Congreso de la Upec, donde también se habló de ausencias y añoranzas y del compromiso de no renunciar a su legado nunca, porque amor con amor se paga.
Fidel, los agradecidos te seguimos acompañando y lo hacemos como mereces: defendiendo y aportando a tu mejor obra: la Revolución. Nunca te dejaremos ir, pero nunca te sueltes de la mano de este pueblo que aprendió a saberte eterno.