"Ni olvidados ni muertos" sentenció Fidel Castro en su alegato de autodefensa y desde su creación en 1973 estos monolitos perpetúan el legado de los compañeros caídos en la gesta del 26 del Julio.
Hoy y para que continúen perdurando en el tiempo son restaurados por la Mipyme Dinami-k, inversión que ejecuta y controla la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba.
Varias acciones constructivas se están acometiendo como albañilería, jardinería, reparación de juntas, aceras y fundición de zapatas, que permitirán una vez terminados colocar las letras de bronce que se habían perdido con el tiempo y lápidas de mármol que llevan los nombres.
En estas semanas se trabajaba en la colocación de las astas para las banderas del 26 de Julio y la cubana, insignias que acompañan a los monumentos, y se alistan los últimos detalles para que engalanen también como de costumbre las celebraciones por los 70 años del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Desde el puente de hierro de San Juan, donde se ubica el primero y hasta el último al lado de la Granjita de Siboney, antigua Villa Blanca, la remodelación respeta las características iniciales de cada monolito que fueron hechos bajo el ingenio de arquitectos de la época y organismos que tuvieron a cargo cada uno de estos.
Una vez devuelta su originalidad y solemnidad queda entonces a los pobladores cuidar de estos como muestra de respeto por la historia, por la identidad de los santiagueros y la conservación de estas obras que más allá de figuras son homenaje perenne a quienes dieron la vida por la libertad de Cuba.