Historia
A fines de diciembre de 1958 la victoria del Ejército Rebelde y otras fuerzas revolucionarias en las Batallas de Santa Clara y Yaguajay, dirigidas por los Comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, respectivamente, en el Frente de Las Villas (centro del país), resultó decisiva para el triunfo esta vez definitivo y largamente esperado de la Revolución Cubana, el Primero de Enero de 1959.
El día de la victoria, cuando Raúl entró al Moncada, al conversar con los soldados de la tiranía destacados en esa fortaleza, escuchó de ellos un coro de voces con una petición que no podía descifrar. Él mismo relataría ese momento.
A su amigo querido, Gonzalo de Quesada, se está dirigiendo Martí, cuando expresa este criterio. La carta fue fechada en Nueva York, en noviembre 12 de 1889. Se está hablando de la independencia de Cuba y del peligro de otras fórmulas que pretenden mediatizarla, lo cual provoca la reflexión martiana sobre el tema.
La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Truècase en polvo el cráneo pensador, pero viven perpetuamente y fructifican las ideas que en él se elaboraron. Con este pensamiento martiano evocamos la vida y obra del luchador revolucionario cubano Rubèn Martínez Villena, fallecido el 16 de enero de 1934.
El 17 de diciembre de 1958, tropas del III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, al mando del Comandante Juan Almeida Bosque, rindieron el cuartel de Melgarejo y entraron victoriosas a El Cobre, pasando esta localidad a integrar el por esos días creciente Territorio Libre de Cuba.
Se sabe que en los últimos momentos de su vida, Raúl Gómez García recitaba un fragmento de su poema Reclamo del centenario, donde evocaba a José Martí.
Miles de sanluiseros se congregaron en la Plaza Roja de la localidad para celebrar el 64 aniversario de la entrada triunfal, el 8 de diciembre de 1958, de las fuerzas rebeldes de la Columna 17, pertenecientes II Frente Oriental “Frank País García”.
El 7 de diciembre de 1896 cayó en combate en Punta Brava el Lugarteniente General Antonio Maceo, y junto a él su ayudante Panchito Gómez Toro, cuando ya había culminado la invasión del Ejército Libertador que llevó la guerra desde Oriente hasta los confines de Pinar del Río, derrotando a su paso cuantas fuerzas hispanas se le opusieron y burlando las trochas con que España pensaba evitar su avance.
El 5 de diciembre de 1956 – tres días después del desembarco- los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel Castro, tuvieron su bautizo de fuego en el lugar conocido como Alegría de Pío, una colonia cañera de la entonces compañía New Niquero, otrora provincia de Oriente.
"Puedo informarles con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el 10 de marzo, dura ya casi cuatro años y terminará con el último día de la dictadura o el último día nuestro". Esas palabras pronunciadas por el joven revolucionario Fidel Castro el 20 de octubre de 1955, en la ciudad de New York, ante unos 800 cubanos que allí vivían, obligados a salir de su país por la precaria situación económica y la persecución política de la tiranía batistiana, eran el preludio de la expedición del yate Granma, que llegaría a Cuba el 2 de diciembre de 1956, para reiniciar la lucha armada.