Sus representaciones pictóricas pasan por la pintura, la escultura, la ilustración, el diseño y el humor.
Es considerado el gran humorista del arte cubano actual, por su sátira cargada de sentido, exponiendo el entramado mundo del béisbol, la realidad de la isla y el diarismo de sus habitantes.
Se reconocen sus esfuerzos por contribuir a estrechar lazos culturales y deportivos entre Cuba y los Estados Unidos.
En su discurso creativo sobresalen obras como: Mercado de Arte, Dolmen, El che, La manzana mordida, La máquina de Oriente, entre otras. La obra de Tamayo es de amplio disfrute para la fanaticada beisbolera. Lleguen estas líneas a los amantes del béisbol en la región oriental y a los también amantes de las artes plásticas.