Santiago de Cuba,

El campo necesita de su pueblo

03 May 2025 Escrito por 
Guimerá

Cuando el pasado domingo cientos de trabajadores sorprendimos a la madrugada, ante la convocatoria de un Trabajo Voluntario Masivo, como saludo al Primero de Mayo, Día del Proletariado Mundial, muchos no imaginamos vivir una experiencia tan gratificante.

Desde la histórica Plaza de la Revolución, con el alba y en caravana salimos a cumplir con el deber, y aunque en verdad fueron horas de viaje que parecían interminables, por demás agotadoras -en las que el polvo monte adentro, teñía nuestro cuerpo, el frío del amanecer nos hacía tiritar y luego el sol azotaba la piel-, para quienes habitamos la ciudad capital, valía oro admirar entre neblinas, ese paisaje cubano inigualable, donde un silencio ensordece y el rocío mezclado con la hierba, huelen a gloria.

Cumplir con esta tarea de la Patria no fue solo simbólico en una fecha de compromisos y celebraciones; también puso al desnudo una realidad que pasa desapercibida para muchos santiagueros, y que precisa del concurso de todos.

Dice un viejo y sabio refrán ‘que ojos que no ven corazón que no siente’, quizás por eso algunos se muestren escépticos ante los reiterados llamados a potenciar las labores de siembra, a dejar el inmovilismo que carcome, y ante la alerta de que en el campo está la sostenibilidad alimentaria de nuestra población.

Sin embargo, cuando usted pasa horas recorriendo lo más abrupto de la geografía santiaguera, cuando mira la humildad de los bohíos, ranchos y casas de quienes de sol a sol laboran en el campo para garantizar esa comida al pueblo; cuando conversas con aquel guajiro que, machete en mano, te cuenta de las vicisitudes para echar andar tantas hectáreas; cuando percibes el sentido de pertenencia de esos campesinos que hoy garantizan la alimentación de los santiagueros que vivimos en ciudad, una realidad se hace evidente: el campo necesita de su pueblo.

Y no es un teque de esta periodista, producir es el camino, lo primero es la tierra y lo que podamos sacarle, ahí está el futuro y el bienestar del pueblo; pero se precisan acciones más concretas para potenciar el sueño de que no quede un pedacito sin sembrar.

La realidad es que nadie puede hacernos lo que nos corresponde y el campo está a la espera de brazos fuertes y comprometidos, pues solo produciendo habrá mayor disponibilidad de alimentos y más desarrollo.

Ver tantas y tantas sabanas sembradas resultó halagüeño, entendí mucho más la exhortación casi constante de la Primera Secretaria del Partido en la provincia, Beatriz Johnson Urrutia, de fortalecer los polos productivos, los que recorre sistemáticamente, porque como dice la sabia popular ‘vista hace fe’.

Siempre será oportuno el intercambio con productores agrícolas, insistir en la aplicación de la ciencia y la técnica, el aprovechamiento eficiente del riego, las alianzas con nuevos actores económicos y ser rigurosos en el control; se requiere además, recuperar la ganadería, fortalecer la vigilancia y velar porque el delito -en cualquiera de sus variantes-, no se fomente en el sector. Todo eso se precisa, pero también que se multiplique la fuerza de trabajo.

Me vienen los recuerdos de aquellas movilizaciones para el café y la siembra de caña, los contingentes al centro del país en apoyo a la cosecha de papa…, ahora urge buscar estrategias efectivas, sostenibles pero que estimulen, y fomentar empleos; hay mucha gente joven y saludable que no trabaja, no aporta a la sociedad y bien podía adueñarse del surco.

La realidad es que pocos quieren emigrar hacia los campos ni los mismos campesinos a veces se quedan en su lugar de origen, por eso hay que intencionar acciones que no solo eleven el sentido de pertenencia, sino también promuevan valores como la laboriosidad y despierten y estimulen el interés de sacarle maravillas a la tierra.

Lo cierto es que la producción de alimentos es asunto de seguridad nacional en tiempos de crisis económica y recrudecimiento del bloqueo, y todo lo que se haga es poco ante la necesidad de incrementar la producción.

Mi visita a Laguna Blanca no solo elevó mi admiración por el campesinado, ese que entre yuntas de bueyes y azadón en cada jornada labra el futuro; también motivó estas líneas que buscan que juntos, con un pensamiento colectivo, impulsemos el trabajo en nuestros campos.

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Mayte García Tintoré

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