Daniel fue para celebrar la dicha de trabajar en un país cuyo proceso social ha reivindicado la historia de los trabajadores durante más de 60 años y también para recordar y reverenciar a aquellos que en la historia entregaron sus vidas en defensa de los derechos laborales.
Estuvo en la Plaza para acompañar a quienes escriben proezas, en días difíciles para el país, a los eléctricos aferrados a elevar las capacidades de generación y al cambio de la matriz energética, sin que por ello dejen de sufrir los mismos prolongados apagones que padecemos todos; al innovador que da vida nueva a una vetusta tecnología; el medico que defiende la vida por encima de carencias de insumos; al agricultor que se impone con voluntad porque la mesa lo precisa.
Y también llegó a la Plaza a demandar. A alzar su voz de joven para reclamar, exigir, el fin del bloqueo genocida que le impide realizar a plenitud sus sueños de joven y en nombre de la justicia, la solidaridad y el altruismo para Cuba y el mundo que nos legó Fidel desde su concepto de Revolución hace 25 años, demandar el cese del genocidio contra Palestina; rechazar las maniobras y campañas desde las redes digitales contra su patria y defender la unidad que es herencia de sus antecesores.
Por esos verbos que mueven su tiempo, Daniel Reyna estuvo en la Plaza y en su paso, fue, seguro el mañana, a pesar de dificultades y vendales.