Santiago de Cuba,

La incansable Franscisca

12 January 2025 Escrito por  Alejandro Lorente Pavía, Estudiante de Periodismo.

La incansable asistente educativa Francisca Mustelier Castillo, residente en la Finca Prosperidad del poblado Boniato en la tierra indómita, cuenta con 51 años de trabajo en el centro seminternado Orlando Regalado Acosta, con una basta experiencia, un cariño y sutileza admirable en el trato hacia los educandos.

Al entrar en el aula de cuarto grado donde se encontraba la maestra se podía apreciar un ambiente tranquilo y de aprendizaje pero al mismo tiempo desbordaba la alegría contagiosa de la más experimentada de centro.

Se podía notar en los ojitos de los niños la gran admiración que sentían por su seño Francisca como también resaltaba su disciplina y respeto hacia ella. Con un poco de nervios y una gran modestia me acogió en su aula y comencé a conversar con mi antigua maestra.

"Ahora mismo me encuentro aquí en la escuela realizando mis labores con los niños, me siento muy orgullosa de poder trabajar con ellos, por esta razón me siento enamorada de mi trabajo", afirmaba con gran emoción.

Refiriéndose a sus inicios como educadora nos dijo con gran entusiasmo, " ¡Yo amo mucho a los niños! Parte de mi vida son ellos, enseñarlos es el motivo por el que estoy aquí todavía".

"Me incorporé en el año 1972 con un noveno grado, luego de estudiar en un curso de superación me gradué de auxiliar pedagógica en 1975 y me he encontrado aquí siempre presente hasta el momento(...) mi trabajo específico es educar a esta nueva generación, participar en su formación integral realizando varias actividades educativas, culturales, recreativas y políticas ideológicas".

"Con respecto a la enseñanza de estas nuevas generaciones debemos tener mucha paciencia y cariño manteniendo siempre presente que `educar sabe cualquiera pero enseñar solo un evangelio vivo` como bien dijo nuestro Apóstol, para que así se desarrollen y tomen para un futuro lo mejor de lo que hacemos por ellos".

Cerrando la conversación y con una voz triste y ojos llorosos me dice: "Dentro de poco me toca jubilarme y lo estoy sintiendo porque me lastima la idea de dejar a mis niños, pero estoy dispuesta a trabajar con ellos hasta que mi esfuerzo sea necesario aquí en la escuela, me parece que he hecho poco, pero es verdad que ya llega el momento de velar un poquito por mi salud y para darle la oportunidad a los jóvenes, para que ellos también aporten su granito de arena a esta hermosa Revolución".

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