Esta experiencia personal tiene un precedente: el robo de estas piezas (que van desde la llave de paso, pedazos de tubería hasta todo lo demás) en nuestro Reparto de Santiago de Cuba y, además, el que me haya pasado a mí recientemente. Como consecuencia, la inversión para arreglar lo que otro dañó, nos vino a costar como 3 mil pesos (casi todo el salario de un profesional). Sí, este tipo de actitudes de inescrupulosos solo tiene un nombre: bandalismo.
A la vecindad la deja entre salideros de agua y roturas. Y cuando se va a reportar -como fue nuestro ejemplo-, a la oficina de Aguas Santiago más cercana, anotan el número del caso y responden: “pero no disponemos de contadores en este momento”.
Con más razón, si sabemos de las limitaciones que presenta el país para obtener recursos imprescindibles para afrontar situaciones como estas, así como otros para desobstruir alcantarillados y demás, es ahora cuando más hay que enfrentar hechos como estos.
No solo se puede hablar de la guardia cederista, que presenta debilidades en no pocos lugares, o del accionar de factores en general, sino de que intervengan otros organismos en los horarios de la noche-madrugada que -con las rotaciones por circuito del servicio eléctrico- ‘se prestan para hacer daño’.
Actitudes como las de esa llamada a la policía, son valientes y necesarias en tiempos muy complejos, en que tanto daño se le quiere hacer a los bienes personales y del Estado.
El no ser condescendiente con quienes delinquen forma hoy parte de una tarea vital, que constituye la lucha de nuestro contexto: el velar por la justicia, la tranquilidad ciudadana y el control.