Santiago de Cuba,

Microislas de esfuerzo y solidaridad

26 October 2024 Escrito por  Odalis Riquenes Cutiño

Desde las 11:00 de la mañana del pasado viernes 18 de octubre con la desconexión del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), situación excepcional complejizada con el paso del sistema meteorológico Oscar por la hermana provincia de Guantánamo, Santiago, como toda Cuba, late desde el esfuerzo intenso y la solidaridad.

Y es que al propio tiempo que crecían a lo largo del país los microsistemas o islas, los especialistas de la Unión Eléctrica batallaron sin descanso hasta restaurar y estabilizar la generación que devolvió la luz a nuestros hogares; se alzaron por doquier microislas de entrega y altruismo, esas que definen nuestra conexión como pueblo, un sistema que ningún bloqueo, contingencia o vendaval podrá jamás desconectar.

Quedarán sin duda en la memoria de estos días de oscuridad y olor a humo, los rostros ojerosos pero firmes, de los ingenieros y técnicos de la Central Termoeléctrica Antonio Maceo (Renté), que durante más de 72 horas y conscientes de que eran la esperanza luminosa de los más de 168 mil clientes del Servicio en la provincia, olvidaron el sueño, el cansancio, sus realidades personales y se consagraron al empeño de devolver al sistema las unidades 3 y 6 que tanto necesitaba el Oriente.

El arranque fue difícil, por momentos esquivo, pero el alto compromiso de los muchos que derrocharon sudores en ‘Renté’ nunca dio lugar al desaliento, la persistencia y creatividad que los caracteriza se impusieron al rigor de una tarea compleja; las presiones del momento, la obsolescencia tecnológica o las carencias materiales.

En torno a ellos, cual insuperable enjambre, se crecieron los especialistas y técnicos del Despacho de Carga y las diferentes entidades de la Empresa Eléctrica en la provincia, a los que las caídas del microsistema nunca pudieron eclipsarles la convicción de que se haría la luz ni la voluntad de buscar cuanta alternativa técnica nos sacara de la oscuridad en el menor tiempo posible.

En estas horas de agobio y tensiones, ese espíritu solidario, empático, que es parte de nuestro ADN como sociedad, ensanchó nuestra maltrecha convivencia en singular cadena de apoyo, al frente de la cual se mantuvieron en todo momento nuestros máximos dirigentes del Partido y el Gobierno, siempre con el oído pegado al pueblo y sus necesidades más apremiantes, prestos a explicar, informar, dar cuenta de cuanto sucedía y adoptar decisiones operativas.

Han sido jornadas de compartir temores, lamentos, ansiedades y también de empeños valientes, de resiliencia, de ponerse en el lugar del otro y sentir sus dolores; con ese ánimo se mantuvieron en sus puestos los cientos de trabajadores de los sectores imprescindibles que pusieron a un lado sus propios problemas, y lo mismo desde un fogón de leña que desde el confortable entorno de una mipyme garantizaron la caldosa, el arroz, el potaje y otros alimentos, para llevar un bocado caliente a quien no tenía cómo cocinar.

La estirpe generosa y protectora en la que hemos sido educados, latió en los brazos, en buena parte jóvenes, de los operarios de la Planta de Gas que en condiciones inimaginables ante la falta de corriente, garantizaron que no se detuviera el llenado de los cilindros de gas, los carreros que continuaron el flujo de distribución, los dependientes de los puntos; una tropa de convicción comandada por la fuerza y ternura de tres mujeres.

Con similar compromiso laboraron nuestros “guillermones” en la descarga del arroz y otros productos de la canasta básica; los bodegueros, los panaderos, periodistas, y trabajadores de los medios de comunicación, conscientes de que la información es alivio en tiempos difíciles; el personal de nuestros hospitales, y muchos otros, que defendieron el bienestar de sus contemporáneos con el cariño de la familia que somos.

Esa herencia fraternal, cercana, que es una de las claves de nuestra resistencia, emergió en gestos como el de Iván Vélez, el vecino de Rajayoga del que presume ufano en Facebook, Néstor, su delegado, quien convirtió su carro particular en una suerte de Frankestein criollo para la carga de los celulares y lámparas en el barrio.

Iván es uno de los muchos que compartieron sus exiguos momentos de luz y la carga de los celulares quizás el símbolo más visible de una profunda red de solidaridad desde la que se hizo tangible el apoyo entre vecinos, amigos, lo mismo con el buchito de café, que el bultico de los cárnicos trasladados desde el refrigerador hasta la nevera, el turno para cocinar con el poquito de gas o en el improvisado fogón de leña, o el plato de comida salvador.

Justo en estos días en que evocamos el trauma de aquel amanecer desolador por el azote del huracán Sandy, la madrugada del 25 de octubre de 2012, Santiago se duele por las pérdidas de nuestros hermanos en los municipios de Maisí, San Antonio del Sur, Imías y Baracoa, en la vecina provincia de Guantánamo.

Sabemos de despertar sin techo, inutilizados o arrastrados los bienes adquiridos durante años de esfuerzo, por eso, como los más cercanos, hemos sido de los primeros en ofrecer nuestro apoyo y tras el contingente de los linieros y el brazo solidario de nuestros combatientes de las Far, desde todos los sectores de la sociedad se alistan las más diversas muestras de cariño y ayuda concreta.

Una treintena de jóvenes universitarios parten “para contribuir en lo que haga falta”, se organizan cadenas de apoyo económico, valijas con todo lo útil y cientos de santiagueros donan su sangre espontáneamente en toda la provincia.

“Guantánamo es mi familia, Guantánamo es mi país”, enfatizaba emocionado el joven ingeniero Marcos Barroso, quien después de casi 80 horas de esfuerzo para la sincronización de ‘Renté’, este jueves fue de los primeros en ofrecer su sangre, como una veintena de sus compañeros, para los guantanameros que la necesiten.

La caída por más de tres días del SEN y el duro golpe de Oscar a Guantánamo, sacudió los colores de nuestra cotidianidad, pero también ha desatado la hermandad de este pueblo, que una vez más se alzó desde su hidalguía y nunca renuncia a su espíritu altruista.

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