Morir ahogado no es opción, máxime cuando se trata de personas llenas de planes, de juventud y vida; lo que sí está al alcance de cada uno es respetar las normas para el uso de esos sitios, conocer las capacidades propias para no sobrevalorarlas, discernir entre lo temerario y lo satisfactorio, eso te mantendrá con vida.
¿Qué el tema es recurrente y cansón? Puede ser, pero cuando se trata de prevenir accidentes, de garantizar el regreso a casa en una pieza y en pie, nunca se habrá hecho ni dicho mucho porque la vida es el bien más preciado de una persona y su fragilidad nos exige ser responsables con nosotros mismos y con quienes tenemos a nuestro cuidado.
Ciertos lugares repiten cada año su saldo en víctimas, sobre todo esos que no están certificados, por las instituciones correspondientes, como aptos para el baño; igualmente con determinadas áreas que exceden los límites de seguridad en las playas tradicionales y más próximas a la ciudad y los poblados, así como los embalses al interior de la provincia.
Cuando las instituciones estales encargadas de hacerlo no certifican un lugar para el baño, no es por capricho o arbitrariedad, es por razones de profundidad, calidad del agua, existencia de corrientes submarinas o superficiales, entre otras razones que, convergentes o en solitario, constituyen un peligro para la vida.
Otra cuestión es la sobrevaloración de las capacidades físicas personales, algo común en adolescentes y jóvenes, cuando tratan de caerle bien a una chica o chico, ingieren bebidas alcohólicas y pierden la noción del peligro bajo sus efectos o tratan de seguir a los más fuertes por pertenecer a un grupo determinado.
Cuestiones que también pueden pasarles a los adultos.
Otra causa es el descuido con los menores que están bajo nuestro cuidado, a los que literalmente no se les debe quitar la vista de encima, porque su instinto es seguir e imitar a los adultos y no son capaces de diferenciar entre lo seguro y lo peligroso.
En pocas palabras, si no va a dedicarles todo su tiempo a los niños que llevó de paseo, quédese en casa o planifique para un día, cuando alguien de la familia y de probada responsabilidad se haga cargo mientras usted se baña; entonces propóngase el momento de ocio como toca, sin estrés ni preocupación adicional a la de cuidarse usted mismo.
Como dice el personaje de la novela cubana Renacer: “ponte y piensa” y se dará cuenta de que la mesura y la responsabilidad no están reñidas con el disfrute; entenderá también, que aventura y alegría no tienen que ser sinónimos de dolor y muerte; propóngase ante de cada salida vacacional regresar con los tuyos, elija Vivir en el verano.