Durante los últimos 10 años Cuba ha estado en franca transformación económica y legislativa, un proceso que continuará, lo que ha implicado el diseño de estrategias de comunicación pública y participación social, que legitimaron el carácter democrático del Gobierno y el apego de las instituciones al pueblo.
Instrumentos jurídicos actualizados como la Constitución de la República, los códigos de las Familias y Penal, por citar algunos; espacios tradicionales, pero no menos importantes, como las Asambleas de nominación de candidatos a delegados de circunscripción, reuniones de rendición de cuentas y recientemente los recorridos e intercambios en los barrios y comunidades, protagonizados por los candidatos a diputados al parlamento, en muchos casos, no contaron con la cantidad de personas correspondiente a los residentes en esos lugares.
Esa apatía a la hora de salir de casa y dedicar unos minutos para conocer de qué van los hechos sociales que caracterizan a este momento histórico que vive el país, resulta en desinformación, incomprensión de las realidades generadas a raíz de las transformaciones sociales devenidas de leyes, elecciones, decisiones económicas…
Quien no asistió a los espacios de debate y análisis de lo que está en la palestra pública, cuando le toque enfrentarse a las consecuencias de su desatino perderá tiempo precioso en informarse y entender qué hacer, a dónde dirigirse, cómo proceder y eso puede costarle dinero.
Perder la oportunidad de preguntarle, sin costo alguno, a un especialista para aclarar una duda, fue un error, por ejemplo, sobre el Código de las Familias cuando se debatió ampliamente en los barrios y se recogieron sugerencias, propuestas de cambios, adiciones y eliminaciones de artículos, incisos y números.
En muchas ocasiones las causas de las ausencias a esos espacios, son tan triviales como ver la novela o la serie que compró en el “paquete”, otras razones son creerse la campaña de descrédito donde tratan de convencerlo de que “es por gusto, ya eso está aprobado, el debate es un teatro…”, pero en realidad el único perjudicado es usted, quien quedará a merced de segundas interpretaciones, no entenderá lo que sucede a su alrededor, habrá perdido su cuota de poder, porque el conocimiento es poder.