El objetivo era el de destruirla y obstaculizar su producción, pero tuvo una rápida respuesta de quienes la cuidaban, quienes evitaron que los daños fueran mayores. La torre de la planta de destilación fue incendiada y sabotearon la torre del tendido eléctrico que suministraba energía a la industria.
En el criminal sabotaje con solo de 27 años, perdió la vida René Rodríguez Hernández, que cumplía con su guardia, miembro de la Marina de Guerra, quien rebatió la agresión con su carabina M1 y su experiencia de guerrillero en el Tercer Frente Oriental, pudo disparar antes de caer con el cráneo destrozado por los proyectiles de ametralladora de grueso calibre.
Según el periódico Granma, el diario Revolución informó que los impactos abrieron un boquete con más de cuatro pulgadas de ancho en la torre atmosférica de la planta de destilación y varias perforaciones en otros tres tanques. Los disparos provocaron además un incendio que fue sofocado en menos de media hora por los trabajadores de la refinería.
También, circuló la noticia de que los terroristas tirotearon la posta de la Socapa y alcanzaron al miliciano Roberto R. Castro, dejándole una grave herida en el hombro.
En las conclusiones del acto conmemorativo del ataque al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, el Comandante en Jefe calificaba de insólita la agresión a la segunda ciudad de Cuba, y señalaba, un país dedicado al trabajo, que no está en guerra con nadie, en plena madrugada penetrara una nave de guerra artillada, a ametrallar una industria nacional.
Y agregaba: "Estamos condenados a que en los puertos nos asesinen cientos de obreros, a que nos quemen nuestras casas, a que violen constantemente el espacio aéreo nacional, a que envíen cargamento tras cargamento de explosivos para sabotear nuestras industrias (... ) el derecho a matar a nuestros obreros, a asesinar a nuestros niños, el derecho a destruir nuestras industrias a cañonazos (... ) atacaron una industria y asesinaron a un marino e hirieron a un miliciano".
Una vez más queda demostrado que a los cubanos les está prohibido olvidar el alto precio que ha costado la Revolución.