Son siete años sin su presencia física; pero como él sentenció: “qué sería de la vida sin ideas” y son estas las que nos mantienen en especial vínculo.
Más allá de las honras al que no quiso que se le rindiera tributo con estatuas o monumentos, el ser consecuentes con los valores que defendió “al precio de cualquier sacrificio”, constituye el verdadero, tangible y merecido homenaje.
El 25 de noviembre de 2016 fue un día triste; sin embargo, como dijera Raúl: “nos hemos sentido reconfortados, una vez más, por la impresionante reacción de los niños y jóvenes cubanos, que reafirman su disposición a ser fieles continuadores de los ideales del Líder de la Revolución”.
Es que Fidel es Cuba. La Patria le contempló orgullosa y acogió en su seno. Solo nos queda
serle fiel, luchando “por nuestros sueños de justicia”.