Su origen se sitúa en España, cuando solo existía la comunicación oral, los edictos reales se leían por la calles y en los estantes de los mercados vendía más quien atraía la atención de los viandantes.
Cuba, como toda colonia, heredó la costumbre de la metrópolis y la transformó con el tiempo, alcanzando su auge a finales del siglo XIX y principios de XX, así cuenta Rodulfo Vaillant, presidente de la Uneac en Santiago.
“Cuando Cuba comienza a desarrollarse desde punto de vista comercial y ante la carencia de medios que permitieran la divulgación, en el sector popular fundamentalmente, surgieron los pregoneros que anunciaban mercancías o firmas. Muchos de ellos poseían una característica diferente que los distinguía por alguna peculiaridad en la forma de decir.
“Como en muchas ciudades, durante la época republicana Santiago contó con muchos pregoneros y un sector muy estable estuvo en los vendedores de frutas. A partir de la gran cosecha de mango se crearon temas musicales, así como sobre el maní, el marañón y otras que fueron objeto de pregones.
“No había uno que se destacara más que el otro. Cada cual tenía un estilo propio, pero eso tenía la hermosura de que llenaba la ciudad de música porque muchos de ellos apoyaban el pregón con una melodía. Algunos tenían buena voz o rimaban muy bonito… habían una riqueza pregonera que hacía de Santiago una urbe pintoresca.
“En los últimos años se destacó mucho Berta la pregonera con una forma de hacer muy particular. Ella fue la última imagen, la más fresca, de este arte”.
Las Casas de Cultura, como espacios de socialización, promueven la defensa de las tradiciones, y especialmente la del Caney atendió a Berta, la Pregonera Mayor. Marcial Rueda, instructor de literatura e historiador del poblado, colaboró con ella.
“La presencia de Bertha Lidia Hechavarría Heredia contribuyó en el rescate de esta expresión artística. Lo traía desde niña, en su casa rodeada por árboles de mango le llegó la inspiración para sus cantos.
“Tratamos de llevar a la localidad con estos conocimientos a través de talleres y otras acciones en hogares maternos, escuelas y círculos de abuelos. La más conocida es el Festival de las Frutas, organizada por la Casa Amador Montes de Oca desde 1986, donde se realizan concursos del pregón y varias presentaciones”.
Una de las gestiones más recientes, que realiza el Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer, es el festival “Si te quieres por el pico divertir”. Una de sus responsables, la especialista Cleidis Chacón Morales, nos cuenta.
“Se realiza en el marco de la Jornada por la Cultura Cubana. En primer lugar está dedicado a Berta, a quien veíamos por las calles mostrando su talento. Los protagonistas son los niños porque vimos necesario preservar este legado del folclor cubano.
“En un primero momento, instructores de arte recrean el pregón desde sus manifestaciones: música, danza, teatro, y luego se realiza la competencia. Cada año se elige una comunidad y en dependencia de la creatividad mostrada por los menores se otorgan los premios.
“Otro de los objetivos del evento es rendir homenaje a aquellos músicos que desde su obra se han inspirado en el pregón. En el museo tenemos a Félix B. Caignet con ¨Frutas de Caney¨, pero hay muchos otros como Rita Montaner con ¨El Manisero¨ y por artistas más actuales que continúan esta tradición”.
Aunque es innegable que la situación sanitaria mundial ha afectado la economía, y por tanto hay menos mercancías, es una comodidad estar en casa y escuchar al pregonero, que con sus llamativos anuncios propone desde frutas, hasta la inalcanzable pieza para arreglar el equipo que ayer se rompió.
Aunque nuestros mayores afirman que los pregones ya no son lo que eran, existen aún y debemos preservarlos para no perder, como dijera Don Frenando Ortiz, ¨el alma del cubano¨.