“Estamos trabajando con un parque de ambulancias que tiene muchos años de explotación, cuyas condiciones técnicas no son las mejores; gracias al apoyo de varias empresas tenemos dos lugares donde reparar los carros, sobre todo de la marca Mercedes-Benz, pero la mayoría de los arreglos se hacen con el esfuerzo de los trabajadores.
“La intensidad de la labor es brutal. Son vehículos que no paran, cuatro choferes trabajan en cuatro turnos de 24 horas: se baja uno y se sube otro, eso significa que un día puede empezar con siete ambulancias y a las dos de la tarde salga solo una, luego dos en la noche, y así sucede a diario.
Tenemos 28 automóviles y en un día muy feliz están trabajando diez. “Aun así, el Sium Santiago traslada el 95 % de los pacientes. Ahí están incluidos los turnos médicos, las pruebas como tomografías, las urgencias, los pacientes psiquiátricos, las embarazadas; y estamos en epidemia, con un aumento ligero en los casos de Covid-19 y significativo para el dengue y otros casos febriles.
“Este departamento es municipal y atiende solo a Guamá y San Luis, aunque está estipulado que los otros municipios se ayuden entre ellos al ser la base más grande del territorio muchas veces tenemos que apoyar a toda la provincia”, aseveró el doctor Villoch Bonet.
Como todas las bases de transporte, el Sistema ha sido afectado por la actual situación que atraviesa el país, en especial por responder a las necesidades de una de las provincias y municipios más densamente poblados del país.
En cada ambulancia un médico, un enfermero y un paramédico conductor son responsables de la seguridad de pacientes y acompañantes. El Lic. Rolando Mitchell Pellicier está al frente del Centro Coordinador Provincial para la Emergencia, lugar encargado de dar respuesta a los pedidos de ambulancia que llegan desde hogares maternos, hospitales, viviendas o policlínicos a través del número 104.
“Solicitan el servicio las personas que requieren ser trasladadas con urgencia por la patología que presentan como paradas cardio respiratorias, quemados, es decir, que requieren apoyo vital avanzado.
“Contamos también con ambulancias de cuidados intensivos equipadas para atender los casos graves: ventilador pulmonar, monitor cardíaco, oximetría de pulso, medicamentos de primera línea. Y si abordamos paciente accidentados, que llevan un poco más de recursos, tenemos tabla espinal, collarín cervical, pantalón neumático antishock… lo necesario”, explica el enfermero.
Los operadores del 104 atienden hasta seis llamadas a un tiempo, por lo que es imprescindible contactar solo si es realmente necesario el servicio. “Siempre pedimos a los pacientes y familiares reportar con prontitud y concreción los casos. Es esencial que digan las patologías que padecen y den un punto de referencia junto a la dirección para disminuir el tiempo de respuesta”, recalcó.
La pandemia de Covid-19 fue uno de los escenarios más desafiantes para todo el sistema de salud, así fue también para el Sium Santiago. “Imagine la cantidad de pacientes que se trasladaron hacia centros de aislamientos, hospitales, muchos de ellos graves.
“Corrimos peligro especialmente con los intubados porque el espacio dentro de la ambulancia es reducido, a diferencia de una sala de hospital, y era imposible mantener un distanciamiento. Pero se cuidó el personal y aunque hubo contagios lo enfrentamos todo”, afirmó Mitchell Pellicier.
También es un desafío mantenerse al día en cuanto a la capacitación técnica, afirma Wilfredo Pardo Barbado, paramédico conductor con más de 35 años de experiencia quien además es profesor de los cursos de apoyo vital ofertados por el centro.
“Los años van pasando y uno tiene que actualizarse para llevar a los estudiantes, médicos, enfermeros y paramédicos, lo vigente en el año. Hay que estudiar, investigar constantemente, más ahora que el control de la pandemia ha propiciado que se retomen los cursos.
“A eso se suma el trabajo en la calle. Desde que se llega en la mañana a las 7:30 es revisando el stock y el transporte sanitario para salir a atender las llamadas. Cuando hay una situación extrema nos derivamos hacia esta y más tarde nos incorporamos a la labor, sin tiempo para descansar o dormir, se almuerza y se come sobre la marcha. Al regresar a la base se deja el transporte listo para el otro turno y se viene llegando a la casa entre las nueve y las diez de la mañana.
“Es bastante tenso, desgastante, agotador, estresante el trabajo y eso, aunque no lo quiera, va haciendo mella en el organismo. Se comienza a padecer de la tensión arterial, de dolores; uno se regocija pero es mucho tiempo sintiendo el cansancio, los años… es lo que nos ha tocado. Nosotros nos llamamos, nos damos ánimo y así estamos”.
Wilfredo se sintió atraído por el sonido de las sirenas, el desafío que representaba el trabajo y fue enamorándose cada vez más de su labor. Así sucede con todos los trabajadores, quienes no se detienen, preparando con diligencia cada detalle en la ambulancia. Esa puede ser la diferencia en una vida.