El acto, cargado de emotividad y recuerdos, reunió a colegas, amigos y familiares que celebraron la vida y obra de una mujer que dedicó más de cuatro décadas al periodismo con pasión y entrega.
Noris Rosado, santiaguera de corazón y alma, fue una figura emblemática en los medios de comunicación de la región oriental de Cuba.
Su trayectoria profesional comenzó en Tele Rebelde, continuó en Tele Turquino y, por un tiempo, en Radio Mambí.
Durante más de 40 años, se desempeñó como periodista en Tele Turquino, donde atendió diversas fuentes informativas, destacándose su labor en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización con la que mantuvo un vínculo especial como defensora de los derechos de la mujer.
Su legado como guionista titular del programa Revista Santiago, espacio icónico de la televisión santiaguera, quedó grabado en la memoria de sus colegas y del público.
Su trabajo no solo fue reconocido por su calidad profesional, sino también por su compromiso con la formación de nuevas generaciones de periodistas en la región oriental, contribuyendo así al desarrollo del gremio.
El homenaje fue un espacio para recordar a Noris no solo como una periodista consagrada, sino también como una madre ejemplar, una amiga incondicional y una compañera siempre dispuesta a tender la mano.
Aida Quintero Dip, colega cercana a Noris, compartió anécdotas que reflejaron la profundidad de su relación:
"Era una persona que, aunque no nos viéramos todos los días, siempre estaba ahí cuando la necesitábamos. Su sonrisa y su optimismo eran contagiosos".
Quintero Dip recordó las últimas conversaciones que tuvo con Noris, en las que la periodista, a pesar de su delicado estado de salud, mostró su gratitud hacia quienes la cuidaron y su deseo de seguir contribuyendo a la profesión que tanto amó.
Naylet Hernández Blanc, querida colega y amiga, destacó el papel de Noris como mentora y su influencia en su vida personal y profesional: "Ella fue mi jefa en Tele Turquino, pero nunca fue una relación de superioridad. Aprendí mucho de ella, y ella también aprendió de mí. Era una persona que siempre te animaba a sonreírle a la vida, incluso en los momentos más difíciles".
Hernández Blanc recordó cómo Noris se convirtió en una figura maternal para ella tras la pérdida de su propia madre, destacando su apoyo incondicional y su capacidad para guiar con amor y sabiduría.
En sus últimos días, Noris estuvo acompañada por su querida hermana en La Habana, donde enfrentó con valentía su enfermedad.
Siguiendo su deseo personal fue cremada, y sus cenizas se trasladaron a Santiago de Cuba, la ciudad que la vio nacer y a la que siempre llevó en su corazón.
En un emotivo acto, sus compañeros de trabajo le rindieron honores antes de que sus restos fueran esparcidos en las aguas de la bahía santiaguera, cumpliendo así su última voluntad.
El homenaje en la Casa de la Prensa no solo fue un adiós, sino también un reconocimiento a una vida bien vivida y una obra bien cumplida. Como dijo Aida Quintero Dip citando a José Martí: "La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida".
Noris Rosado dejó un legado imborrable en el periodismo cubano, su sonrisa, su dedicación y su amor por la profesión serán recordados por siempre en Santiago de Cuba y más allá.