Su finalidad radica en la búsqueda de nuevas variedades de cultivos –fundamentalmente viandas, pero también incursiona en frutales y hortalizas–, novedosos por varios elementos: resistencia a las plagas y enfermedades, a las variaciones climatológicas y fortificados en cuanto a un mayor aporte nutricional.
Única de su tipo en la Isla, la entidad lidera el desarrollo de una agricultura sostenible que tendrá su base en la calidad de las semillas y la distribución de simientes certificadas a todas las biofábricas del país. Cuando se hable de seguridad y soberanía alimentaria en la nación, hay que mencionar, sin dudas, a esta institución villaclareña.
Aquí se han obtenido, por ejemplo, variedades de boniato y de yuca con altos contenidos de beta caroteno o pro-vitamina A (indispensable en el cuidado de la piel); yucas más amarillas y boniatos naranjas o morados con elementos antioxidantes que ayudan a la eliminación de radicales libres y, por ende, poseen efectos anticancerígenos. Esto dice Nilo Masa Estrada, director de Desarrollo, quien igualmente asegura que en la búsqueda de nuevos cultivos se tiene en cuenta que se adapten a todos los ecosistemas cubanos: desde Pinar del Río hasta Guantánamo.
Entre las viandas, también trabajan con la malanga (xanthosoma y colocasia); los plátanos (burro, macho o vianda, banano o de fruta); ñame, en las frutas se cuenta la papaya o frutabomba (específicamente la marador roja, patrocinada por la entidad); y hortalizas y vegetales como la calabaza y el pepino.
En la dirección de biotecnología vegetal, literalmente, se fabrican plantas. Explica Víctor Medero Vega, al frente de esta área, que aquí se producen explantes certificados, material de partida para las biofábricas, y que le dan seguimiento técnico al Grupo Nacional de Viandas, para garantizar la multiplicación, enraizamiento, aclimatización y trasplante a campo: a fincas de semillas y de productores, toda vez que se ha demostrado que los rendimientos de cualquier cultivo dependen en un 50 por ciento de la calidad de las simientes.
De una sola célula se reproducen aquí cientos de ejemplares a través del desarrollo de técnicas como la embriogénesis somática. Ahora, en los protocolos "in vitro", laboran en productos resistentes a la sequía.
Para Víctor este laboratorio es como el estadío intermedio entre los centros de investigación de las universidades y los productores, una forma de concretar los principales resultados científicos.
Tan solo en periodos de 12 meses desde 2019, el Inivit distribuye a la red de biofábricas cubanas más de 36 mil explantes, entre yuca y plátano fortalecidos y de impacto tanto en la alimentación humana como en la producción de derivados destinados al consumo animal.
La Dirección de Fitomejoramiento se encarga de conservar la variabilidad. En esa área se almacenan las colecciones de germoplasma de los cultivos (boniato, yuca, malanga, plátano y ñame) para llevar a cabo los procesos de hibridación (columna vertebral del instituto), explica Yunier Rodríguez García, especialista del centro.
Una vez concluido el trabajo, los avances se comparten con el resto de las direcciones del Inivit y se desarrollan las labores relacionadas al manejo de plagas, la biotecnología vegetal, conservación y multiplicación de variedades, y el desarrollo a través de semillas.
Cuando se obtienen los clones, se evalúan en diferentes condiciones para su validación genética. Entregamos esa semilla a la dirección de desarrollo y los especialistas se encargan de multiplicarla y distribuir las nuevas a nivel de país, agrega Rodríguez García.
Aunque el volumen de simientes que entrega la institución anualmente no alcanza para cubrir las necesidades de todos los productores, sí se garantiza que reciban, al menos, una pequeña cantidad como material de partida para su reproducción.
Desde 2020, el Inivit posee en los bancos de germoplasma 695 accesiones de boniato, 722 de yuca, 125 de malanga colocasia, 104 de malanga xanthosoma, 357 de plátano y 125 de ñame.
En el caso de la calabaza, se conservan las variedades en semillas botánicas a través de diferentes técnicas como la siembra en el campo y, a partir de allí, los procesos de hibridación.
De igual manera el colectivo lleva a cabo estudios vinculados a la papa. En estos momentos, cuenta con 93 tipos del tubérculo –la Purple Rain, atractiva por su color morado, por ejemplo–, para validar el comportamiento de cada especie en suelo pardo, predominante en el área de Las Carolinas y no recomendado para la siembra del tubérculo.
Otra de las direcciones esenciales dentro del Inivit es el manejo de plagas, área que se destaca por sus crecientes indagaciones, no solo en la búsqueda de productos químicos eficientes, que prevengan las enfermedades en los cultivos; sino también de métodos más naturales y favorables para el medio ambiente.
Incursionan en el empleo del extracto del raquis de plátano para su aplicación de forma foliar (en el follaje de la planta) como fertilizante natural y preventivo a las plagas.
Aquí, además se labora con extractos de caña santa en el control de los hongos fitoparásitos, específicamente, de nemátodos en plátano y otras viandas. Todo ello, con el fin de educar a los campesinos en los tratamientos más efectivos para sus sembrados.
Aunque el trabajo con extractos de plátano y caña santa resultan relativamente nuevos, la investigación de compuestos biológicos para la prevención y control de plagas se ha implementado en esa sede villaclareña por más de 20 años. Una iniciativa necesaria para un centro inmerso en más de 30 proyectos nacionales e internacionales, y cuya perspectiva resulta no solo la exportación de productos, sino también de conocimientos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Seguridad Alimentaria a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimentarias y preferencias, con el objetivo de llevar una vida activa y sana.
Cuba, ubicada en el lugar quinto entre las 14 primeras naciones que han logrado reducir el índice del hambre y la desnutrición de manera sostenida por varios años, como cuenta en el Informe sobre la Política Alimentaria Mundial de 2018, acata la seguridad alimentaria con voluntad política y a su logro encamina diversos programas de desarrollo agrícola, extendidos por toda la geografía nacional.
En un territorio donde, según el informe anual sobre la implementación de la Agenda 2030, la vulnerabilidad en estos temas deriva de su dependencia de la importación de hasta un 50 por ciento de los alimentos normados, urge visibilizar y fomentar iniciativas como las que genera el
Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales.