El software permite interpretar las señales sísmicas que proviene del digitalizador e integrarlo a la red de transmisión de datos para su futuro procesamiento y constituye otro logro de la ciencia cubana que trasciende, además, a lo económico-financiero debido a que, dada su alta complejidad tecnológica, cada estación puede costar en el mercado internacional entre 20 mil y 25 mil dólares.
Tras el triunfo de la Revolución, comenzó el monitoreo de la actividad sísmica con la instalación de la primera estación en Sorora, en la actual provincia de Artemisa, y luego otra en Rio Carpintero, a unos 20 km de la ciudad de Santiago de Cuba.
Actualmente, el Servicio Sismológico Nacional está compuesto por 22 estaciones sismológicas de alta tecnología, las cuales pueden registrar terremotos locales de baja energía y terremotos significativos que ocurran en cualquier parte del mundo.
“Todas están integradas a las redes internacionales de monitoreo sísmico por un sistema de transmisión de datos en tiempo real, por lo que su funcionamiento es de gran importancia para la determinación del epicentro y magnitud de los terremotos cercanos y lejanos a nuestro país”, destacó Moreno Toiran.