Santiago de Cuba,

El justo reclamo de las exquisitas frutas santiagueras

22 February 2023 Escrito por  Eduardo Palomares Calderón

La industria conservera del territorio no puede aprovechar totalmente ese filón natura

La misma inquietud con que padres y niños han aguardado por la estabilidad en la distribución de la compota normada en la canasta básica, es (pero con la diferencia de haberse prolongado por años) la que experimenta el colectivo de la fábrica de conservas de frutas y vegetales El Caney. Allí añoran volver a contar, algún día, con la Línea del demandado alimento.

Para sus mujeres y hombres resulta difícil la espera; primero, porque nació a la vista del emporio de frutas que siempre ha sido El Caney, cuya calidad y la tradición del personal en la obtención de las mejores pulpas de Cuba la bautizaron, precisamente, como «fábrica de compotas», y porque el reclamo data de mucho antes de la actual contingencia económica y financiera del país.

Convertida, desde su inauguración en los años 80 del pasado siglo, en el puntal de la industria conservera cubana, que le atribuía su liderazgo en el procesamiento del mango, la planta procesó en 2012 más de 10 000 toneladas destinadas a la elaboración de mermelada, compota, tajadas en almíbar y pulpa natural, para diferentes destinos de la Isla.

Un año antes, y después de casi una década paralizada, había retomado la producción de la compota demandada por Guantánamo y Santiago de Cuba, mediante la recuperación de máquinas llenadoras, tapadoras y otros equipos procedentes de fábricas beneficiadas en otros territorios con el programa de recuperación del sector en la nación.

La inversión permitiría entregar compota de mango fortificada ok con hierro y vitamina c, envasada en latas de lámina de aluminio similares a las de cerveza. Además de aprovechar el potencial de frutales de la provincia, posibilitaría ahorrar los gastos en transporte y combustibles que ocasionaba la fabricación de ese alimento infantil en el municipio granmense de Yara.

La integración de Santiago de Cuba a la producción de las más de 730 toneladas de compota demandadas mensualmente por la canasta básica y el consumo social en la nación, contribuiría, igualmente, a cubrir cualquier afectación presentada en las fábricas de Sancti Spíritus y Granma.

En tal sentido, se dotaría al laboratorio de las condiciones exigidas, y sería reparada una batería de 40 tanques asépticos que asegurarían condiciones de excelencia a la preservación de las pulpas de frutas, las cuales constituyen la materia prima por excelencia, tanto para la compota como para la elaboración conjunta de jugos naturales.

Además, se expuso el seguimiento al encadenamiento entre el campo y la industria, a fin de conocer las necesidades de una u otra parte, y contrarrestar incongruencias que conspiraran contra lo convenido, entre lo cual estaba la calidad de la materia prima, en ocasiones su pérdida en los campos, y el pago en tiempo y forma, requerido por los productores.

De una u otras intenciones solo subsisten insatisfacciones. De la citada línea de compota apenas quedan fotos de archivo, tampoco existe disponibilidad de tanques asépticos, la obsolescencia se ha apoderado de la tecnología industrial, y al recibirse solamente 1 406 toneladas, el pasado 2022 clasifica como uno de los peores en el procesamiento del mango.

Al decir de Zoe Hernández Silegas, directora de la unidad empresarial de base, Santiago, de la Empresa de Conservas de Frutas y Vegetales, la carencia de cajas de madera, cajas paletas y de parles; el insuficiente transporte de montaña y limitaciones de combustible para cubrir las rutas de acopio, afectaron la cosecha con pérdidas de frutas en el campo, y el desvío de buena parte a precios abusivos en el mercado informal.

En total se obtuvieron 710 toneladas de pulpa para diversos destinos, entre los cuales, por su calidad, se priorizaron las compotas, el puré de frutas, los jugos y néctar, así como la mermelada concentrada, la pulpa endulzada y la mermelada para untar, a la vez que parte significativa de la variedad de bizcochuelo fue comercializada al natural como tajadas en almíbar.

Atendiendo a su sagrado compromiso, la fábrica honró, para el destino social, el puré de frutas en latas de 3 000 gramos, comprometido con hospitales, círculos infantiles y escuelas de Guantánamo y Santiago de Cuba, mientras que en apoyo a la producción de compotas reservó 88 toneladas para las industrias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Granma.

Sobre estos últimos territorios se conocen las dificultades afrontadas, en el primero, por la fábrica La Estancia, con la importación de las cajitas Osito, y los dos restantes constituyen un vivo ejemplo del cruzamiento que tanto daña a la economía nacional, pues hasta ellos se transporta, primero la pulpa santiaguera, y luego se impone traer las compotas de Guantánamo y esta provincia.

Con semejante gasto en transportación puede añadirse que, ante roturas o mantenimiento de la vieja tecnología del Caney, no pocas toneladas de frutas se envían a Tropical-Contramaestre S.A., para su procesamiento, pues la empresa de capital mixto requiere con frecuencia pulpa de calidad para productos que luego retornan y se ofertan a la población a elevado precio.

Actualmente, la vetusta planta aprovecha la seria rotura de su vecina del Valle de Caujerí, para procesar el tomate cosechado en esa fértil tierra guantanamera; y, a la vez, con hierros en desuso, su abnegado personal de mantenimiento pasa la mano a la misma línea con la cual, dentro de unos meses, deberá enfrentar la venidera zafra del mango, en la provincia mayor productora de esta fruta.

Así, bendecida por la naturaleza con las más exquisitas frutas del país, de las cuatro fábricas de conservas con que antaño contaba Santiago de Cuba, solo sobrevive la del privilegiado Caney, cuyo rescate mucho puede aportar, por la indiscutible calidad de sus producciones, a la economía del país, a la alimentación de los infantes cubanos, y a la población en general.

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