Orlando Guevara Núñez
El concepto de una sola América fue sostenido por José Martí en toda su prédica revolucionaria. El vislumbró desde muy temprano esa necesaria unidad, y alertó sobre los peligros que amenazaban con la división entre sus pueblos, y sobre el acecho del naciente imperialismo norteamericano, sediento de expansión y dominio sobre ellos.
En la agresiva política norteamericana contra Cuba, dirigida siempre a la destrucción total de la Revolución, la mentira ha sido un elemento insustituible. Los más burdos embustes fabricados en los altos niveles gubernamentales yanquis han sido vendidos como verdades a la opinión pública internacional. Así sucedió en abril de 1961, cuando se fraguó la invasión mercenaria por Playa Girón.
Había transcurrido sólo un año y ocho meses desde el triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959 en Cuba. Nuestro país estaba dedicado por entero al trabajo para reconstruir la nación, luego de una lucha cruenta que costó la vida de 20 000 cubanos. El país había quedado devastado no solo como consecuencia de la guerra, sino también por el saqueo de la pandilla batistiana que dejó vacías las arcas del Estado, además de heredar una débil economía, dominada por los monopolios extranjeros, principalmente de los Estados Unidos.
La traición y la muerte se ensañaron con el grupo guerrillero, el 31 de agosto de 1967. Los integrantes de la Retaguardia del Comandante Ernesto Che Guevara, bajo el mando del Comandante Juan Vitalio Acuña Núñez (Vilo en Cuba y Joaquín en Bolivia) perdieron la vida en una emboscada en el vado de Puerto Mauricio, en tierra boliviana.
¿Cuántos santiagueros asistieron como asaltantes a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de Julio de 1953? A esta interrogante, muchos responderán que uno: Renato Guitart Rosell. La realidad es que Renato era el único que residía aquí, pero otros seis santiagueros combatieron junto a Fidel aquella gloriosa mañana, hace ahora 70 años.
El asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953, marcó el inicio de una nueva etapa –la última- en la gesta del pueblo cubano por su libertad e independencia. Y de ese épico combate nació también un programa revolucionario que uniría a las masas para derrotar a la tiranía y construir luego su propio destino.