Pocas son las sociedades donde todo ciudadano, hombre o mujer, tenga o no propiedades, o sea del color que sea, está en igualdad de derechos ante las urnas para elegir o ser elegido a cargos públicos que definen los destinos del país. Entonces, estaremos de acuerdo en que el derecho al voto es una conquista y de las más preciadas.
Por supuesto que ejercer un derecho implica responsabilidad con la sociedad, pues, de la calidad con que se haga dependerá la funcionalidad del órgano en cuestión, en este contexto me refiero a la Asamblea Nacional del Poder Popular, única instancia legislativa en Cuba y de cuya composición depende que se debata y analice con más o menos profundidad los temas cruciales de la nación en los próximos cinco años.
Como ciudadano cubano depositario del derecho al voto para elegir a los diputados al parlamento, están conocer la trayectoria de cada uno de los candidatos correspondientes a mi municipio, saber sus orígenes sociales, sus resultados de trabajo, su capacitación para representar mis intereses, solo así podré estar motivado y hacer una buena elección como lo exige un país en constante transformación durante los últimos cinco años y que no lo estará menos en los que vienen.
El contexto
Que estemos yendo a Elecciones Nacionales en el momento económico que atraviesa Cuba, no puede ser interpretado como una decisión atrevida o arriesgada, todo lo contrario, expresa la confianza que tiene la dirección del país en su pueblo, la voluntad de constituir una asamblea nacional fortalecida, heterogénea en su composición, representativa de todos los sectores de la sociedad, entre estos algunos que no existen en la presente legislatura.
Lo anterior se corrobora en datos como que la actual candidatura cuenta con el 55,3% de mujeres, el 20% son jóvenes de hasta 35 años, el 45% son negros y mestizos, el 95% son graduados de nivel superior, la edad promedio es 46 años y el 63% de sus 470 integrantes son nuevos, verdaderamente se trata de una candidatura diferente, más parecida a la sociedad cubana y por tanto más preparada para defender sus intereses, para tomar las decisiones correctas, para someter a discusión y análisis cuantos temas se les planteen y hacerlo con la profundidad que necesitamos.
Por lo tanto, yo estoy consciente de que debo tomar decisiones propias que no estén sesgadas por campañas difamatorias, por influencias que me hablan al oído de rupturas y oportunismos, de división y confrontación; yo lo tengo claro: en Cuba, que es mi casa, mando yo, yo sé lo que quiero y no necesito de ninguna fórmula ajena, porque perfeccionar mi sociedad es mi derecho y mi responsabilidad.