Orlando Guevara Núñez
¡Marcos Martí!, ¡Marcos Martí!, ¡Marcos Martí!. Este acusado, llamado a declarar en el juicio contra los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, no podía responder. Había sido asesinado luego de ser hecho prisionero. Por descuido no lo habían incluido en la lista de los informados como “caídos en combate”. La mentira y el crimen se juntaban una vez más.
Personas humildes. Trabajadores, profesionales, campesinos, estudiantes, empleados. Algunos sin empleo. Esa era la procedencia de la inmensa mayoría de los jóvenes que el 26 de Julio de 1953 protagonizaron el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
“¿Qué, te parece buena?” “Creo que sí, a primera vista” La interrogante fue hecha por el joven revolucionario Fidel Castro Ruz; la respuesta pertenece al también joven Ernesto Tizol.
Este aforismo forma parte de la cultura política de los cubanos. Palabras publicadas en el periódico Patria, en Estados Unidos, el 14 de julio de 1894. Las aprendí con Antolina, mi inolvidable maestra de segundo grado, quien solía repetirlo a sus alumnos y dictarlo para que fuera copiado y aprendido.
Antes de 1959, en Cuba se celebraba el 20 de mayo como día de la independencia nacional. Se nos decía en las escuelas que ese día había nacido la República independiente, que había cesado el dominio español y desde entonces teníamos la más plena libertad. Todo eso, se agregaba, gracias a la “generosa ayuda” del gobierno de los Estados Unidos, a quien debíamos eterno agradecimiento.
La Reforma Agraria, que cumple 64 años este 17 de mayo, fue y sigue siendo el todo del campesinado cubano. No sólo por la propiedad de la tierra que otrora trabajaban sin ser sus dueños. Ni tampoco por haberse eliminado el odioso y criminal latifundismo. Esa Ley transformó totalmente la vida de nuestros pobladores del campo en sus condiciones de trabajo y de existencia. La salud, la educación, la cultura, el deporte, el sistema crediticio, la seguridad de mercado, el apoyo en equipos y técnicas de cultivo, el respeto a la dignidad humana y la plena y activa incorporación a la sociedad, no han dejado de fortalecerse durante estas más seis décadas.