La propaganda contrarrevolucionaria, con sede en Estados Unidos, no se ha cansado de propalar la mentira de la erradicación de la propiedad privada como consecuencia de la Reforma Agraria. Iguales mentiras se lanzan contra el cooperativismo agrícola cubano.
La realidad, sin embargo, pulveriza esas calumnias. Antes de la aplicación de esa Ley, en Cuba sólo 15 familias poseían el 18 por ciento de la tierra cultivable. Y el 1,4 de los dueños acaudalaba el 46 por ciento de las propiedades agrícolas. Mientras, el 92 por ciento de los tenedores de fincas tenía sólo el 28 por ciento de la tierra.
Con la Reforma Agraria, creció el número de propietarios, hasta un punto sin antecedentes en el país. Más de 100 000 campesinos recibieron sus títulos de propiedad, al igual que muchos obreros agrícolas beneficiarios de áreas intervenidas a los latifundistas.
La propiedad estatal, la cooperativa y la campesina de forma individual, se han mantenido sin antagonismos, pues todas convergen en el interés de fortalecer el sistema social, el socialismo, que a todos protege por igual.Si alguien conoce algún otro ejemplo de extensión de la propiedad y usufructo de la tierra, como en Cuba, la invitación a exponerlo vale.
En este país, categóricamente, no existen campesinos sin acceso a créditos y sin mercado asegurado. Y tampoco, sin excepción, existe un productor privado sin recibir gratuitamente la educación, los servicios de salud y demás beneficios que otorga el socialismo cubano para todos los ciudadanos, sin discriminación de ningún tipo.
Y esta historia de la Reforma Agraria cubana, continúa creciendo. En estos momentos el Estado cubano está ofertando de nuevo parcelas de tierra a quienes individualmente deseen trabajarla.