El 19 de marzo de 1958 apareció en una calle de La Habana el cuerpo sin vida y cruelmente vejado del revolucionario al que todos cariñosamente llamaban El Curita, junto a él los cadáveres de sus compañeros de lucha Juan Borrel y Bernardino García Santos, también con huellas de haber sido torturados sus cuerpos.
Sergio había desaparecido el día anterior, estaba en peligrosas actividades conspirativas contra la dictadura batistiana y se desconocía su paradero. Pero eran tiempos de insurrección popular en pueblos y ciudades, lo que provocó una feraz persecución que devino torturas y asesinatos.
El mes de marzo de ese año cobró la vida de 16 luchadores, la muerte de Sergio formó parte de esa cadena. Él y sus dos compañeros de ideales fueron asesinados o más bien rematados en la carretera de Vento, muy cerca de la avenida Santa Catalina, en el segundo frondoso árbol frente a un local que era entonces una posada.
Faustino Pérez, describió al inolvidable Sergio comoׅ “el alma de esa organización, incansable organizador, generador y protagonista de acciones contra objetivos económicos e instituciones vinculados al aparato del gobierno represor”.
Hoy se cumple 65 años del asesinato de El Curita, por eso es preciso recordarlo para que los jóvenes de hoy sepan de su audacia, porque aunque viven escenarios distintos, el compromiso con la Patria, el deber, el sentido de coraje y la solidaridad, deben caracterizar siempre a la juventud.
Sergio o El Curita se inició como revolucionario antes del golpe de estado de 1952, pues era dirigente sindical del transporte urbano de la capital. También tiene el mérito de haber realizado en la imprenta heredada de su hermana, la impresión de la autodefensa de Fidel, convertido en el Programa del Moncada, que se convirtió en su guía hasta que lo sorprendió la muerte.
Alguien lo calificó como ‘capitán de capitanes’, quienes le conocieron afirman que hubiera preferido morir en combate, y varias veces lo dijo; pero fue rematado pocas horas después de ser detenido y torturado con saña. Sus asesinos sabían que no le sacarían ni una sola palabra.
Sabía que corría peligro, pero soñaba con un futuro mejor y por eso luchaba, no pudo ver hecho realidad sus sueños; sin embargo, su sangre no se derramó en vano, hoy tenemos la Cuba libre por la que luchó y murió El Curita.