Todavía asombra la inmensidad de aquella tarea autoimpuesta. Y en medio de todo, apareció Patria.
Por aquel entonces El Maestro ya era un reconocido poeta y brillante cronista que colaboraba con importantes diarios de América Latina, como su corresponsal en Nueva York, y había sido Cónsul de Uruguay en el país norteño.
Pero sintiéndose ante todo un patriota puso su enorme caudal político e ideológico, incluso su acervo humanista, en la forja primero del periódico Patria, que debía cumplir determinadas misiones y más, el 10 de abril de ese mismo año, en la fundación del Partido Revolucionario Cubano, único y solo.
Martí nunca definió explícitamente que Patria fuera el órgano oficial del Partido de la Revolución. Pero dicha declaración nunca ha hecho falta porque quienes han escrutado su trayectoria vieron que en la práctica sí sería el medio o vehículo que usaría en el trabajo ideológico, aglutinador y convocante en pro de la libertad no sólo de Cuba, sino también de la hermana Puerto Rico.
Aunque para los especialistas haya mucha tela por donde cortar, si de periodismo se trata, muchos consideran que “Patria” es el mejor exponente de la creatividad martiana dentro de ese gremio. Nunca el patriotismo, los sentimientos o los vínculos de ser un allegado fueron más fuertes que su objetividad, altura política, profundidad y análisis.
Todo correspondía a los ideales de la libertad, la verdad, la justicia e igualdad común, valores en los que raigalmente creía y en la conciencia de que “Patria” tenía mucho que hacer hablando directamente a los cubanos de dentro y de afuera, instándolos al combate, a unirse y a contribuir por una causa sagrada.
El adolescente que hiciera sus pininos en el periodismo al fundar en 1869 El diablo cojuelo y La Patria Libre, a partir de 1881 también había sido Corresponsal con letras mayúsculas de los diarios La Nación, de Buenos Aires; La Opinión Nacional, de Caracas; El Partido Liberal, de México; así como de diarios chilenos y de Uruguay.
Pero en la etapa de “Patria” está presente el Martí maduro y progresivamente evolucionado, tal y como prometía desde sus primeros años. Impresionante su talla.
El Maestro fue el fundador y director de esa publicación política y patriótica que salía cada sábado, circulaba entre los revolucionarios del exilio y era enviado a Cuba de manera clandestina. Deber que cumplió fielmente hasta la muerte. Y a pesar de que escribir no era su principal misión respecto a la preparación y organización de la Guerra Necesaria, que ocupaba el centro de su existencia por entonces, siempre encontró tiempo para su periódico.
Ya había dejado de colaborar con los medios de países hermanos, pero entendía que Patria y el Partido eran medulares, y ayudarían a expandir la fuerza de convocatoria de la Revolución.
Con ello, por primera vez se llevaba a la práctica un periodismo que no temía el vínculo con ideología, lo cual denostaban los medios mercantilistas de la época, pero que tampoco era panfletario, porque hablaba con la verdad y la razón y apelaba a los sentimientos en el momento justo.
No aceptó fondos de dudoso origen o emitidos por personas o entidades no afines con la causa cubana a la hora de crearlo. Los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso donaron el 10 por ciento de su salario para solventar los costos de esa publicación, una muestra de amor y sacrificio.
Su formato respondía a lo que hoy se conoce como tabloide. Constaba de cuatro páginas a cuatro columnas, con un tamaño poco usual en la actualidad (52 x 36 cm). Era distribuido principalmente por correos.
Algo medular. Desde su primera tirada se reprodujeron las Bases del Partido Revolucionario Cubano y un artículo de Martí: Nuestras ideas, en el cual enunciara que Patria nacía para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad. En el texto proclama igualmente la necesidad impostergable de alcanzar la independencia y la libertad mediante la guerra.
“Nace este periódico -subrayó el Apóstol-, a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden”.
Fueron cercanos colaboradores en su redacción Gonzalo de Quesada, amigo de Martí, y el puertorriqueño Sotero Figueroa, tipógrafo y buen escritor, muy estimado por El Maestro por su estilo incisivo, a quien admiraba mucho por el filo de su pluma. Además, Manuel Sanguily, Francisco de Paula Coronado, Diego Vicente Tejera y Bonifacio Byrne.
Una certidumbre honda animaba a Martí con Patria: lo creía imprescindible para la movilización y educación de los patriotas cubanos, porque quería influir decisivamente y así lo cumplió, en la forja de un modo de pensar que estableciera la unión como un concepto a preservar en su cotidianidad por todos, como un principio sagrado, en aras de evitar que volviera a repetirse la nefasta experiencia de la Guerra del 68.
También, secretamente, como se supo después, lo usaba para alertar o no permitir posibles influencias o injerencias de la poderosa nación norteña donde residía, a la cual le conoció perfectamente “las entrañas”. Cató a tiempo sus ambiciones imperiales, pero su muerte le impidió cumplir sus propósitos.
No solo iba dirigido al corazón bueno del patriota, sino también le mostraba cuál estrategia de lucha podría ser la mejor para que los justos ideales de los cubanos pudieran alcanzarse, definitivamente. Ese fue el periódico “Patria”, confeccionado bajo la égida del Maestro, algo que infortunadamente no sucedió de manera tan prístina en los números posteriores a su desaparición.
Solo su muerte lo separó de “Patria”. Cuando finalmente pudo marchar a cumplir su sueño libertario no se desprendió del periódico, muy por el contrario. Sus colaboradores aseguraron que desde el campo cubano se sintió su Corresponsal de Guerra y siguió, mediante cartas, dando instrucciones para su mejor realización. Ello, en medio de las irregularidades del correo, en plena campaña desde la manigua mambisa.
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Tras la caída en combate del Maestro, desde el número 189 de “Patria” (23 de octubre de 1895), se designa a Enrique José Varona, eminente intelectual, como director. Hubo cambios más adelante hasta que el 31 de diciembre de 1899 se edita el último númeropara entonces ya salía dos veces a la semana.
Cada 14 de marzo, desde 1992, los trabajadores de la prensa nacional celebran su día, como un tributo y homenaje al faro que se encendió en el periodismo cubano con el nacimiento del periódico Patria, con el empeño de ejercer la profesión a partir de los principios enseñados por Martí y haciendo de la superación constante una práctica diaria con fidelidad irrestricta a la tierra que los vio nacer.