Santiago de Cuba,

El bloqueo es una mi….

03 February 2023 Escrito por 
Tomada de Internet

Es 3 de febrero y han transcurrido 61 años. La edad de la mujer que hace unos días se nos fue, la de versos y principios, que hizo poesía para que fuera más vida la vida, y menos muerte la muerte… Han pasado 61 años, y seguimos navegando, isla adentro, cargando nuestras cruces, abriendo con las manos el camino a pesar de las espinas que se nos encarnan… a pesar del cansancio, seguimos cuesta arriba.

Es difícil, incluso, escribirlo. De tanto pensarlo, de tanto escucharlo, de tanto vivirlo te acostumbras a que existe, aunque lo sufras cada segundo. Es como una marca puesta al nacer, un aviso de que tienes que volverte más fuerte, arreglártelas con esto, con lo que hay y con lo que no, pero inventando siempre para no dejarte vencer, para no entregar lo que es tuyo (porque a otros les costó hasta el ser) y no vale si te rindes.

El bloqueo es una mi…. Hay palabras que debieran poder escribirse en un periódico a la altura de estos 61 años porque dicen lo que es, tal como es, y niegan a ciertas cosas la dignidad de lo bien visto (pues ni eso merecen).

Sesenta y un años andando cuesta arriba es demasiado tiempo cargando demasiadas cruces. Sesenta y un años que nos han dividido en dos, en 10, en muchas orillas.

Otro amigo se me va. Deja un lugar vacío en el recuerdo de lo que compartimos. Le digo adiós y lo sé bueno y útil… y hasta añoro las sonrisas que no nacerán, el tenerlo ahí para todos nosotros… Mi amigo no odia, no riñe, no alberga amarguras, pero se hartó de las espinas; y arriesga hasta los huesos, quema las naves, y se sale del camino aunque deja el corazón isla adentro, donde quedan los suyos.

El bloqueo es una mi…. eso, eso mismo que dice mi boca. ¡Lo repito mil veces! Y pienso en lo absurdo de quienes lo niegan, de quienes lo sufren y todavía maldicen la cuesta y la isla… de quienes creen que la dignidad y el poder ser sin mendigar, son las causas de la pobreza.

Hoy es 3 de febrero, y yo también estoy harta. Me ha tocado vivir dentro de estos 61 años, sin saber cuánto más he de cargar mi cruz. Yo ando sobre piedras, pensando que esto es mío y no vale que me rinda, que aún sirven para algo la dignidad y la poesía, que navegar isla adentro no debiera doler como duelen las espinas, que ser país sin mendigar, no debiera rompernos la espalda, que no merecemos este bloqueo de 61 y sabrá Dios cuántos años.

Yo también estoy cansada de saber que pudiera ser distinta la historia: sueño con hacernos todos, unos a otros, juntos… y entonces sí: poder decir que estas manchas son solo las nuestras, y saber hasta dónde puede llegar nuestra luz. Yo sueño con hacernos más allá del bloqueo.

Los números son cosa de otra gente. A veces se les usa para mostrar las espinas: un billón 391 mil 111 millones de dólares dicen que hemos perdido. Y todo ese dinero no paga la angustia de un niño por los zapatos rotos ni la impotencia de sus padres porque el salario no alcanza… un millón de millones, más 391 mil 111 millones de dólares no pagan los muertos en el mar, las familias divididas, los rencores añejados ni mucho menos la tristeza del que vio apagarse a otro sin la medicina justa. Es poco cuando se ha perdido tanto. No hay número capaz de mostrar el dolor en cantidad exacta.

Sesenta y un años no alcanzan el tamaño de una sola lágrima, y en ese tiempo ser país nos ha costado tantas... Hoy es 3 de febrero, lo pongo en Google y ahí está Kennedy, el rubio “Jack” de las prostitutas caras, el presidente 35 de los Estados Unidos, el inquilino 34 de la Casa Blanca, el cowboy que condenó a la isla, por irreverente, en el invierno de 1962.

El buscador sugiere una línea nefasta: “el presidente John F. Kennedy ordena el embargo total contra el régimen de Cuba”… y yo me quedo pensando en lo falsas que suenan las palabras. Que el embargo no es embargo, sino un plan de genocidio, y que el régimen de Cuba soy yo, es el señor que vende caramelos a la puerta de la escuela, es Mauro a sus 11 meses aprendiendo a caminar. El bloqueo es una mi….

Escribo lo que pienso: que si esto no nos mata nos fortalece, que son muchas aún las manchas nuestras, que hacemos la cuesta más angosta cuando dejamos vencer al cansancio… que pesa más la cruz, que es más hondo y punzante el ardor por la espina, que habrán más adioses si no apretamos el paso, que es 3 de febrero y seguimos aquí, vivos, los hijos de los hijos de los hijos que perdieron hasta el ser para que esto fuera nuestro, con sus luces y sus manchas.

Me empeño en imaginarnos cargando solo con nuestros problemas, sin las heridas hondas ni la soga al cuello por no doblar las rodillas. Sueño para mis hijos un camino diferente, un viaje de ida y regreso a la isla que les dejo, la que me dejan mis padres, la que aun con su cuesta angosta, hace que valga la pena -a pesar de las espinas-seguir abriendo con las manos el camino, el día 3 de este febrero y de todos los que vengan.

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Indira Ferrer Alonso

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