Con el liderazgo de la FMC, y la inteligencia y sensibilidad de muchas cubanas encabezadas por su presidenta y fundadora Vilma Espín Guillois, la isla ha marcado hitos en la reducción de brechas de género. La vocación de equidad transversaliza todos los programas sociales y económicos. Y en ello está el resultado de la labor impulsada por la Federación.
En estos 64 años la organización de masas ha contribuido a desarrollar políticas y programas dirigidos a promover el ejercicio pleno de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos; por eso, los innegables avances en la participación social de la población femenina, en el respeto a sus derechos y la apertura de oportunidades para su desarrollo, están indisolublemente ligados a la FMC.
No obstante, amén de sus muchos aportes a la formación y al bienestar de las nuevas generaciones, a lo largo de su historia; continúa siendo tarea pendiente lograr un mayor protagonismo en la comunidad mediante el apoyo a las familias y el activismo revolucionario.
La Federación tiene su escenario fundamental en el barrio. Es allí, con la atención diferenciada a las mujeres y a los hogares, donde más necesario resulta su trabajo de prevención y de promoción de la igualdad de género.
Para nadie es un secreto que la organización femenil cubana debe solventar dificultades y fortalecerse con el concurso de los millones de mujeres que la integramos. En el contexto actual, signado por grandes carencias y una intensa guerra ideológica, es esencial vigorizar su desempeño en la base, como ente impulsor de la unidad en la defensa de la Revolución y en la transformación de situaciones desfavorables para la familia y la comunidad.
Aunque en Santiago de Cuba se aplica una estrategia encaminada a potenciar el trabajo de la Federación, y el fortalecimiento de sus estructuras, la revitalización requiere la voluntad de aportar, de multiplicar y de construir desde el barrio. La solidaridad, el apoyo mutuo y la movilización de las federadas para aportar a la solución de problemas comunes, deben ser prioridades de la membresía a nivel de bloque.
La organización se enfrenta al reto de impulsar la búsqueda de soluciones frente a las problemáticas que enfrentan las cubanas de hoy; para que cada una pueda sentirse realmente representada. Abrir el pensamiento a nuevas maneras de hacer vigoriza también el rol de la FMC en la sociedad. En esta provincia, por ejemplo, hay una experiencia que trasciende el escenario tradicional de la Federación. Un grupo de mujeres directivas de diversos sectores contribuyen a elevar la calidad de los servicios en hospitales maternos, promoviendo la atención de las instituciones a esos centros de Salud.
Esa iniciativa evidencia que la renovación es viable y necesaria; además debe partir del empeño de las federadas; sin esperar orientaciones de otras instancias y sin el formalismo de lo que se hace por cumplir, por inercia, y no por convicción.
La organización tiene un potencial enorme, comenzando por su capacidad de aglutinar a millones de cubanas. Cómo no aprovechar esa fuerza para impulsar las mejoras posibles; y para combatir prejuicios y prácticas discriminatorias, lascivas a la dignidad y la integridad de las mujeres.
A juicio de esta reportera, ese es uno de los mayores desafíos de la sociedad cubana; y quizás como ninguna otra institución en el país, la Federación cuenta con las estructuras y los programas para responder a este imperativo.
De ahí que apremien el sentido de pertenencia y la voluntad de aprovechar la utilidad de la organización.
La FMC que necesitamos existe; que funcione mejor, que nos represente a todas, depende de nosotras.