Nosotros los médicos no tenemos días festivos ni fines de semana, vaya, no tenemos
vacaciones, en cualquier ocasión nosotros somos médicos, por el simple hecho de que salvamos vidas, y eso es algo muy especial; es admirable ver en la juventud tanto sacrificio y dedicación, más cuando lo haces de corazón, porque lo ves como una parte de tu vida.
Arlet nos cuenta que un momento significativo en su carrera, el cual recuerda con mucho cariño, fue la primera vez que un paciente la llamó doctora y le agradeció por haberle aliviado su dolor, para ella fue una gran satisfacción y además un acto de total responsabilidad.
¿Por qué la Cirugía?
La Cirugía me llamó mucho la atención. Me dio curiosidad poder conocer en detalle cada parte del cuerpo humano en su interior, y esos conocimientos me permitieron salvar muchas vidas.
Mi primera experiencia la recuerdo como si fuera hoy. La verdad fue muy impactante ver como el paciente se mejora, después de horas en el salón, haciendo todo lo posible por salvar su vida, luego decirle que fuiste su cirujana, es un hecho que te marca para toda la vida, principalmente cuando lo realizas por primera vez.
Lo que me motivó para elegir esta profesión es lo grato que resulta presenciar un rostro
agradecido, la calma de un familiar cuando se alivia el mal que aqueja a los suyos, las sonrisas con que te reciben los pacientes ya sanos, son cosas que hacen que te enamores de la labor que realizas, por estas cosas no podría abandonar nunca mi profesión, es el lugar donde me corresponde estar.
¿Qué me puedes comentar sobre tu experiencia en la Covid-19?
Fue muy duro, porque si se sentía un poco de temor, estar en Zona Roja con peligro de portar la enfermedad, sabiendo que la podías transmitir a otras personas y en específico a nuestros familiares. Pero ese era nuestro trabajo en ese momento y tocaba enfrentarlo y superarlo.
Era la primera vez que me enfrentaba a una situación epidemiológica de tal magnitud y la
primera vez que me separaba por tanto tiempo de mi familia. En ese momento para mí era común prestar servicios en varios hospitales, me sentí realmente desempeñando una gran labor como médico y fue también como una escuela en la que aprendí muchísimo.
A los nuevos graduados los ánimo a no desistir por muy difícil que sea el camino, ya que exige muchísimo sacrificio, entrega y sobre todo amor.
Haber obtenido el título de Oro, que para ella significó un gran logro, no queda duda que el
verdadero esfuerzo viene después, cuando se visten de batas blancas y luchan por salvar vidas.
Para ellos sea nuestro merecido respeto.