Suele referirse a ellos como poesía visual y se llama a sí mismo adepto a la tinta; sin embargo, hay un tatuaje que quisiera borrar y este precisamente no está en su piel. Él no puede sacarse de la cabeza aquella imagen de la señora que hizo trizas un formulario de empleo en su cara por el simple hecho de no considerarlo apto para el trabajo por estar tatuado.
Era un lunes de estos que no quieres que empiecen, pero así estaba agendada la entrevista de trabajo y ahí estaba Daniel, en una oficina de un centro estatal de esta ciudad.
Vestía un pantalón de mezclilla y un pullover negro sin estampados y ningún letrero, color entero lo más formal para un joven de estos tiempos.
Daniel es uno más de los jóvenes universitarios al graduarse apostaron por trabajar en el sector no estatal, pero en ese momento estaba desempleado " Su currículum no aguantaba ni un gramo más de harina…que si panadero, pastelero, repostero. Esta era la primera vez que iba a ejercer su título.
La entrevista comenzó. Lo atendió una señora mayor de Recursos Humanos, Daniel cumplía con los aspectos que exigían para ocupar la vacante, pero no se sentía cómodo en esa sala, y no porque el ahorro energético haya impedido que se encendiera el aire acondicionado sino por las miradas despectivas que le lanzaba su contraparte. La señora no paraba de mirarles los brazos como si de algo rarísimo se tratase, hasta que no se aguantó más:-¿y tú piensas trabajar así?-,hacía alusión a los tatuajes del joven.
El muchacho no entendía cómo en pleno siglo XXI se seguía estigmatizando a las personas con tatuajes, si a él lo respaldaba un título universitario, además, era una plaza que no requería de atención al cliente. La excusa que la señora le dio para no aceptarlo no fue convincente para él, aunque refutó sus argumentos no tuvo otra que resignarse y ceder, recoger el título de la mesa y marcharse; para colmos, en su camino por el pasillo que llevaba a la salida vio al que hubiese sido un colega de profesión con un tigre tatuado en el hombro derecho, lo que hizo que dudara entre si en verdad la señora estaba cumpliendo con su trabajo o solo era un capricho particular.
Daniel llegó a la casa justo a tiempo para ver jugar al Barcelona en lo que almorzaba, en eso llegó su madre que no pensaba verlo desde tan temprano tirado en el sofá, se preocupó por como había ido su día y Daniel hizo de entrevistado y terminó explicándole porqué no había conseguido el trabajo.
-¡Yo te lo dije! Le repetía ella una y otra vez -Pero es que tú nunca me haces caso.
El Barcelona jugaba pero Daniel solo escuchaba las reprimendas de su madre recordándole por enésima vez que no debió tatuarse en lugares visibles.
Es cierto que sectores de la sociedad actual ven a los tatuajes más como modernismos de la nueva generación que como una manifestación artística y piensan que en algún momento de la vida estos que ofrecen su piel como lienzo se arrepentirán. Yo los veo más como historias grabadas con tinta que laten sin cesar y susurros de significados que solo el portador puede escuchar.
¿Cómo los ve Daniel?, como un candado a las puertas que no le abrieron.
Realmente los tatuajes no deberían ser impedimento para nada, soy periodista y estoy tatuado, no hay que hacer un escándalo por eso. Los tatuajes son una forma de expresión personal y no deberían dar paso a la discriminación, un "minimalista", una "acuarela" o un "hiperrealismo" no definen nuestra valía como individuos. Muchos nos ponen marcas difíciles de borrar, más que las que dejan las agujas y la tinta.