Santiago de Cuba,

El loco que salvó a los asaltantes al Moncada

16 July 2024 Escrito por  MS.c. Santiago Romero Chang (Tomado de Teleturquino)
Teleturquino

Mi historia es bastante difícil, quería ser aviador, pero mi familia no tenía el dinero en los albores de los años cuarenta, entonces, me hice enfermero, y aunque me pagaron mal, al menos pude adquirir algunos conocimientos de psiquiatría que luego me salvaron la vida sin saber que un día, tuviera que decidir entre vivir como un loco o morir de un tiro por un batistiano.

Y esa etapa de mi vida tuvo que ver, precisamente, con los hechos del asalto al Moncada. Primero a través de Melba Hernández fui una vez, a la casa de Jovellar 107, en La Habana, donde se citaban 150 muchachones del Movimiento 26 de Julio, entonces por la referencia que tenían de mi como enfermero del ejército de Batista y mis indiferencias ante la política criminal del general, me confiaron conseguir medicinas, armas y los uniformes de casi la totalidad de los asaltantes.

Una parte serían confeccionados por Delia Terry, Elita Dubois, la esposa de José Luis Tassende de las Muñecas y Naty Revuelta. Se hizo un grupo de uniformes, hasta de tallas extras, camisas, pantalones, pero me hice de una parte muy fácil, porque se los compraba a los soldados con el pretexto de revenderlos, pero en realidad iban para el Movimiento 26.

Mis compromisos no quedaron sólo en eso, no, qué va, yo conseguí un buen parque de municiones, escopetas, pistolas, algunos riflecitos de calibre 22. Recuerdo que otros también consiguieron armas como el inolvidable Calixto García, Ñico López y Oscar Alcalde, entre algunos más, sin embargo, lo más interesante fue conseguirle a Fidel una pistola especial.

Otra curiosidad en mi vida fue venir a Santiago de Cuba y alojarme como enfermero de tránsito en el Cuartel Moncada, días antes del asalto, sin saber que la misión que preparaban en Jovellar 107, precisamente, era el asalto a esa importante guarnición santiaguera.

Una vez que se produce el asalto yo estaba camino por Palma Soriano y en mi retiro hacia La Habana me detienen bajo sospechas como desertor del ejército, me internaron en el Hospital Militar de Columbia, pero no podían juzgarme por la causa 37 como los asaltantes del Moncada, primero porque no tenían prueba contra mí, entonces, me llevaron para La Cabaña y hasta me insinuaron cómo debía empuñar una pistola para que me suicidara, y es que estaba en ambiente que yo no era confiable, y cuando la situación apretó, opté una variante, asumir las prácticas de mis conocimientos sobre psiquiatría y me hice pasar por loco.

“Me hicieron todo tipo de prueba, hasta soporte duro el examen de la parafina, me aplicaron la variante de fuga para asesinarme después, pero no me escapé”. Así dijo en exclusiva al visitar Santiago de Cuba en julio de 1988, Florentino Fernández León, “El loco que salvó a los asaltantes al Moncada”.

Fue así como me hicieron todo tipo de prueba, hasta soporte duro el examen de la parafina, me aplicaron la variante de fuga para asesinarme después, pero no me escapé. Me llevaron a un calabozo y me acusaron de insubordinación, así tuve a un viejo amigo como centinela quien me confirmó el plan que había para matarme.

Interrogatorios unos tras otros, pero nunca hablé, no dije nada si tenía o no relación con los asaltantes al Moncada, yo era ése loco que nunca quise ser, pero las circunstancias me obligaron hasta que triunfa la Revolución y seguí en el anonimato por la nueva misión que se me asignó al fundar los Órganos de la Seguridad del Estado.

“Conmigo, la historia es nunca acabar periodista”, me dijo en una pausa de aquella entrevista el 24 de julio de 1988 en una habitación del histórico Hotel Rex: Florentino Fernández León, “El loco que salvó a los asaltantes al Moncada”.

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