Santiago de Cuba,

Mamá, a mí manera...

12 May 2024 Escrito por  Mayte García Tintoré

Fueron muchos, pero muchos años intentando serlo. Un diagnóstico, después de pruebas, estudios y exámenes dolorosísimos, me dejaba con nulas posibilidades: mis trompas eran inpermeables por una malformación. No podría ser mamá, al menos de la manera tradicional; tampoco clasificaba por la edad para la reproducción asistida y para colmo, había quedado sin pareja.

Entonces fueron muchas las manos consoladoras: mi tía Carmen, quien me acompañó al tratamiento; mi familia y mis vecinos desde Santiago dando apoyo; Xiomara, mi madrina espiritual, trasmitiendo fuerza; Wicho, mi compañero del Sierra Maestra que cursaba un diplomado por la capital fue mi paño de lágrimas; y desde el periódico mis fieles amigos con Lupita siempre detrás del teléfono dando aliento.

Con las ilusiones perdidas, pero con la fe por delante, tomé cuanto remedio o matojo me dijeran; desde San Benito y Guamá llegaban las botellas de mejunges malísimos, pero hechos con amor.

Recorrí curanderos, brujos, espiritistas, cartománticos, profetas, babalaos... Entré a ríos y mares acompañada de calabazas, cocos, miel, le imploré a todos los Santos, mi madrina me resguardó el vientre y hasta fui a pie al Cobre dos años seguidos los 8 de septiembre, a pedirle a la Patrona de la Caridad mi anhelado deseo.

Luego, el milagro, lo inimaginable. Hace ya 15 años, un 3 de junio, llegó Jennifer de la Caridad a mi vida; mi reina, mi negra bella, mi sol; y un año más tarde, como para reafirmar que los milagros sí existen, nació Heiler, el terrible, el pepe de Padre Pico, mi añorado varón.

Desde entonces curso la carrera más difícil de mi vida, esa en la que nunca te gradúas, en la que siempre quedan cosas por hacer, en la que rectificas tus errores al paso, pero no puedes detener la marcha.

Ahora ellos son mi mundo; y todo lo que hago es pensando en que se hagan un hombre y una mujer de bien.

No ha sido fácil, no tengo manuales ni sigo muchos consejos; soy mamá a mi manera; a veces con un cinto en mano y otras con ellas demasiado blandas.

No soy la mejor del mundo; no me lo creo; pero sí soy la mejor que ellos tendrán; porque Nadie, Nadie los querrá como yo ni será capaz de entregarlo todo por ellos, hasta la vida si fuera necesario.

Hoy me felicito, soy una Guerrera que ha estado batallando por sacarlos adelante; soy la madre que también aprendió a ser padre. Soy su enfermera, su consejera, su maestra, su abogada defensora, su sexóloga y hasta su policía. 

Soy, además, imperfecta cuando grito o peleo, mala cuando castigo, tacaña cuando digo que No... pero solo Dios sabe lo difícil que es para nosotras esta profesión en la que nunca vuelves a tener un sueño profundo, en la que siempre los llevas a cuestas y son tu prioridad, sus problemas y necesidades.

A ellos jamás los vemos crecer, son bebés, aunque pasen los años y empinen vuelo, ese que seguimos de cerca, casi invisible, sin hacer mucho ruido, pero siempre detrás de sus alas, por si fallan.

Hoy me felicito y a todas las madres que como ángel protector, nos convertimos en amuleto, aunque nos vayamos de este mundo.

Hoy también te recuerdo a ti mamá, a esa mujer que jamás podré superar en su crianza y entrega, y aunque no siga siempre sus consejos ni repita sus ensenañzas; no olvido sus regaños.

No me parezco a nadie, aunque sé admirar la valía de muchas que como yo hacemos camino al andar; siempre con la certeza de que ella, mi Tete, la mejor madre del mundo, desde la eternidad acompaña mis pasos y me da fuerzas para seguir cumpliendo el sueño realizado de ser Mamá.

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