“Mi esposo y yo éramos fumadores de los que encienden el próximo cigarro con el que ya se va a pagar. Si iba a comer, no podía faltarme el cigarro que me iba a fumar después… era desesperante. Pero la carestía nos obligó a dejarlo; y bendita la hora en que nos lo propusimos porque cada día cuesta más y es mejor gastar lo poco que uno tiene en alimentos que en un vicio dañino para la salud y el bolsillo”, asegura.
La santiaguera dice que se siente mejor desde que dejó de consumir nicotina, pues ahora tiene más apetito, ha aumentado de peso y tiene más vitalidad para desarrollar sus actividades cotidianas.
Muchas personas han logrado salir de esta adicción; sin embargo, es preocupante que millones continúen atadas a esa especie de bomba de tiempo que constituye el tabaquismo.
Según estadísticas del Minsap, más de 13 000 personas mueren en Cuba cada año por enfermedades asociadas al tabaquismo, lo que supone un promedio de 36 fallecimientos diarios en la Isla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que ocurren ocho millones de decesos anuales en el mundo, lo que convierte a esta adicción en la primera causa de muerte totalmente prevenible, y también la principal causa de años de vida perdidos o vividos con discapacidad.
Ambas fuentes señalan que fumadores activos y pasivos (los que se exponen al humo de tabaco ajeno) tienen mayores probabilidades de padecer cáncer en diferentes localizaciones, enfermedades respiratorias que pueden llegar a ser graves y letales, así como patologías neurológicas y cardiovasculares importantes.
El consumo de nicotina es también un problema para la salud materno-infantil. La OMS afirma que “el humo ajeno aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante, además, causa complicaciones durante el embarazo y bajo peso en el recién nacido”; asimismo destaca que la mitad de los niños respiran habitualmente aire contaminado por humo de tabaco en los lugares públicos, y 65 000 mueren cada año por enfermedades atribuibles al humo ajeno.
Los efectos perjudiciales no solo se aprecian en el deterioro de la salud. El tabaquismo también tiene un costo económico desde el punto de vista individual y familiar; ademá, a nivel social genera gastos enormes que van desde la atención médica para tratar las enfermedades que ocasiona, hasta la pérdida de capital humano debido a la alta morbilidad.
Cada año, la conmemoración del 31 de mayo como el Día Mundial sin Tabaco se dedica a concienciar a las personas y a los gobiernos sobre los efectos perjudiciales de la adicción y, por tanto, se insta a impulsar políticas públicas para reducir el consumo.
Lo novedoso en 2022 es que la campaña internacional por la fecha se dedica a visibilizar, además, del daño directo sobre la salud humana, el impacto contaminante de la producción de puros, cigarrillos, pipas de agua y cigarros electrónicos sin humo en el medio ambiente. Su lema es “Envenena el planeta”.
Y esta es, sin duda, una interesante perspectiva del problema global que constituye el consumo de nicotina; pues si bien la mayoría sabe que el tabaquismo aumenta la probabilidad de enfermar y sufrir complicaciones severas, pocas veces se habla del costo ecológico.
Solo para tener una idea: anualmente se talan 600 millones de árboles y se emplean 22 mil millones de litros de agua para fabricar cigarrillos; además, se emiten a la atmósfera 84 toneladas de dióxido de carbono que elevan la temperatura del planeta.
Entre los argumentos más difundidos este año por la OMS está el hecho de que el cultivo, la fabricación y el consumo de tabaco “envenenan el agua, el suelo, las playas y las calles de las ciudades con productos químicos, residuos tóxicos, colillas y microplásticos (usados para cigarros electrónicos)”. El humo que se genera en el acto de fumar también contribuye a incrementar la contaminación del aire y contiene tres tipos de gases de efecto invernadero…
Puede que esto último parezca una exageración, pero su efecto real es significativo dado que 1 300 millones de personas, en el mundo, fuman.
Terminar con una adicción puede ser un proceso difícil y, aunque muchas personas, como Santa, logran hacerlo sin ayuda especializada, existen las consultas de cesación tabáquica y para acceder a estas en Cuba solo hay que solicitarlo en el consultorio médico de la comunidad.
Lo mejor frente a las adicciones es no empezar, pero salir del círculo vicioso y destructivo que generan también es una opción inteligente, que la santiaguera con quien iniciamos estas líneas resumió de modo insuperable.
“Nunca había sentido más libertad que cuando lo dejé... fumar esclaviza, empobrece y mata”.