Uno cubano, mulato, de fisonomía afable, talento natural. Al que describen como ceremonioso, reposado y cortés.
Atildado y elegante en el vestir dicen que era Maceo, y que sus seis pies de estatura encerraban toda la fuerza que tenía manos, jóvenes para su edad.
Quizás por lo que es más conocido sea por su enérgica respuesta al Pacto del Zanjón, hecho que demostró su intransigencia revolucionaria, su valor, su altruismo y su amor incondicional por la causa Patria.
Del otro, el argentino, pero más cubano que nadie, nos mueve la imagen de la foto de Corda, esa que lo inmortaliza y hace eterno.
Su rostro, serio en ocasiones, pero extremadamente risueño en otras tantas, nos invitan a conocer al hombre, que tuvo que cambiar de imagen tantas veces para no ser descubierto.
Ese argentino que sabiéndose cubano, desempeñó valiosas funciones en nuestro país, fundó Radio Rebelde, editó el Cubano Libre, creó talleres de calzado, organizó la superación del campesinado, dirigió el Banco Nacional y fue Ministro de Industrias...
Son tantas y tantas cosas las que tenemos que agradecer a estos dos grandes que supieron de qué lado estaba el deber. Que alzaron sus voces y sus armas para defender la soberanía y la independencia.
Dos grandes que coincidieron un 14 de junio y que siguen y seguirán abrazados al fervor revolucionario de cada niño, joven y cubano de esta tierra.