Entre mentiras, manipulaciones, burlas, zancadillas y balazos, transcurre el proceso que al final no decidirá el voto del pueblo, sino la voluntad y el interés de los poderosos de siempre.
Como parte de la campaña, en busca del apoyo de los electores y el dinero de los donantes, los candidatos a la presidencia celebran mítines con sus bases, realizan giras, se enfrentan en debates televisivos, entre otras acciones.
TRUMP AMENAZÓ A CUBA EN DORAL
El magnate expresidente, realizó un mitin de campaña hace apenas unos días en su club de golf en Doral, cerca de Miami, Florida, al que asistió un numeroso grupo de sus seguidores.
Con sus habituales desplantes y muy bien estudiadas frases coloquiales, el showman de la política estadounidense ejecutó una pieza oratoria en la que caracterizó al Partido Demócrata como «dividido, en caos y con un colapso a gran escala»
Llegó a afirmar que sus rivales demócratas no pueden decidir «cuál de sus candidatos es menos apto para ser presidente: el «dormilón y torcido» Joe Biden o «Laffin Kamala», algo que solo puede ser escuchado en una campaña presidencial yanqui.
En presencia de varios legisladores republicanos de Florida, incluyendo al senador Marco Rubio, el político no dejó pasar la oportunidad de congraciarse con los más acérrimos enemigos del pueblo cubano, en su búsqueda de votos.
Para muchos puede resultar inverosímil escuchar a una persona que aspira a regresar al cargo político más alto de su país, hilvanar tal cúmulo de falsedades, manipulaciones y amenazas; pero si revisan su legado, el récord que dejó tras su gobierno, comprenderán que es su manera habitual de comportarse.
Con respecto a Cuba, Donald Trump afirmó: «yo nunca permitiré que los silencian a ustedes, no permitimos que submarinos nucleares y barcos de guerra rusos nos estén rodeando a 90 millas cerca de Cuba».
La «joya discursiva» de su referencia anticubana llegó cuando, usando una mística de bolsillo, dijo que «desgraciadamente hay una fuerza villana, hay una fuerza negra que se está colando en este país donde han sacado a dios de la vía pública».
Tampoco se salvaron Venezuela y Nicaragua de sus diatribas, algo habitual en su oratoria.
CUANDO INTERVIENEN LAS ARMAS
Sin embargo, en medio de todo esto, una noticia acaparó la atención global: el expresidente de EE. UU., Donald Trump, fue objeto de un intento de asesinato con arma de fuego el sábado, cuando desarrollaba un mitin electoral en la ciudad de Butler, en Pensilvania.
El atacante, identificado por las autoridades como Thomas Matthew Crooks, de 20 años y registrado para votar como republicano, fue abatido por agentes del Servicio Secreto.
Según el Buró Federal de Investigaciones (FBI), el agresor disparó hasta ocho balas al expresidente con un rifle tipo AR- 15, a unos 270 metros de distancia de donde hablaba Trump.
El fusil AR-15 utilizado en el atentado es uno de los más populares en la nación. Millones de estadounidenses poseen un arma similar. Descrito como «asequible, personalizable, ligero y letal», por los vendedores de armas, los medios de comunicación han bautizado al rifle como el «arma preferida de los asesinos en masa»,
Por solo citar algunos ejemplos, los rifles ar-15 se utilizaron en los tiroteos masivos de Sandy Hook, Parkland, Las Vegas, Sutherland Springs, el club nocturno Pulse, Uvalde, la Covenant School de Nashville y en el de Old National Bank de Louisville.
Crear al Frankenstein de la violencia armada puede ser rentable para las grandes empresas que fabrican esos instrumentos de muerte, pero siempre el monstruo termina virándose contra sus creadores.
«Como víctimas de atentados y terrorismo durante 65 años, Cuba ratifica su posición histórica de condena a toda forma de violencia», escribió en la red social x el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
«El negocio de las armas y la escalada de violencia política en EE. UU. propician incidentes como el que ha tenido lugar este sábado en ese país», agregó.
MATAR A UN PRESIDENTE, NADA NUEVO BAJO EL SOL DE NORTEAMÉRICA
La agresión contra el candidato republicano marca un nuevo episodio en el sangriento historial de atentados contra políticos estadounidenses. La historia comenzó en 1865, cuando Abraham Lincoln se convirtió en el primer presidente que murió asesinado.
James A. Garfield, en 1881, fue el segundo presidente ultimado, mientras en 1901 engrosó la lista William McKinley.
Uno de los acontecimientos más conocidos de esta saga de crímenes ocurrió el 22 de noviembre de 1963, cuando el trigésimoquinto presidente, John F. Kennedy, fue herido mortalmente en Dallas, Texas.
A él le siguió su hermano menor, Robert Kennedy, fallecido el 6 de junio, tras ser herido de muerte mientras hacía campaña para las elecciones presidenciales de 1968.
Ronald Reagan, el cuadragésimo presidente, estuvo a punto de morir a manos de un pistolero, en marzo de 1981, en Washington.
Cada presidente de ese país ha sufrido alguna vez un intento de asesinato, pero si sumáramos a estos los que han sido organizados desde la Casa Blanca contra líderes que les son «molestos» en otras regiones del mundo, no alcanzaría un centenar de tomos.
Lamentamos el acto violento contra el candidato republicano. Cuba tiene una limpia trayectoria de enfrentamiento al terrorismo, pero como dice un refrán popular, quien siembra vientos cosecha tempestades.