Rodolfo Tamayo Castellanos nació en Santiago de Cuba el 2 de junio de 1983 y cuando transita por su año 41 de vida, en su currículo aparere que es escritor, narrador, investigador y poeta.
Y aunque no lo dice su currículo, el éxito suyo en el Premio Oriente lo llena de satisfacción, porque es el resultado de unos 10 años de hurgar, reunir elementos, investigar, contrastar fuentes… hasta llegar a escribir una obra literaria de un altísimo valor documental, histórico y reflexivo, que llevó al jurado, al otorgar el galardón, a argumentar lo siguiente:
“Por su valioso trabajo investigativo, especialmente en archivos poco frecuentados hasta la fecha, que revalúa y destaca una zona importante de la tradición literaria cubana, a la vez que aporta elementos de estima para comprender mejor la compleja configuración de campo literario nacional en su devenir, así como de la vanguardia poética en las primeras décadas del siglo XX, en su dimensión estética y social; y por estar escrito con estilo personal y un manejo preciso de las fuentes, sin renunciar a las demandas de la investigación académica… presentado bajo el seudónimo Ícaro”.
Esta mañana hay sosiego en el patio de la casona que ocupa la sede de la Uneac santiaguera en la cultural calle Heredia. Eso ayuda a la plática con Tamayo sobre “El Cenáculo Oriental: los poetas”, la obra con la que ganó el certamen literario de la Editorial Oriente.
Fachada de la vivienda donde estuvo el Cenáculo, en la calle Calvario, vista de norte a sur
“Tuve la suerte de obtenerlo con un libro que quiero mucho… me llevó años hacerlo. Incluso, a veces era una especie de… como hacían los monjes, que se auto fustigaban, y me decía: ¿quién me mandó a meterme en esto?”.
“El Cenáculo Oriental…” es el resultado de la tesis de graduación de Tamayo Castellanos en la Universidad de Oriente, y también de su tesis de maestría. Es la historia del Cenáculo santiaguero.
“Yo he dicho, que los grandes movimientos teóricos, revoluciones, acontecimientos… bueno, una parte de ellos y no voy a ser absoluto para que no me digan…, se han producido en Santiago de Cuba. “Incluso, una de las grandes revoluciones literarias: La renovación modernista, tuvo su epicentro en esta ciudad. No solo fue Santiago de Cuba; tuvo otras como la propia Manzanillo, Santa Clara… pero fue aquí donde cuajó, donde se consolidó un movimiento de renovación modernista liderado por José Manuel Poveda con escritores como Regino Boti, autores de la familia Henríquez, dominicanos que aportaron mucho; hubo colombianos, españoles, un descendiente de italiano. O sea, estaban representadas las letras hispanoamericanas, entonces fue un movimiento de carácter oriental. Allí estuvieron escritores como Luis Felipe Rodríguez, que luego fue conocido como un gran narrador pero se inició haciendo prosa poética, y otros literatos de todo el Oriente, nucleados en Santiago de Cuba, en el famoso Cenáculo que aparece en todos los libros de literatura pero poco se había escrito sobre este, apenas unos párrafos”.
Otra vista de la casa que fuera vivienda del dominicano Arístides Sócrates Henríquez Nolasco
Donde se reunía el renombrado círculo literario queda cerca del lugar en que se desarrolla la conversación con Tamayo:
“En 2011 tuve la suerte de hallar el sitio donde se reunían y en un evento de escritores orientales ese año, la Uneac puso una placa, al cumplirse 100 años de la instauración de aquella tertulia en la que se consolidó la estética modernista de renovación, y desde donde partió casi como una ´invasión de Oriente a Occidente´, hacia el resto del país.
“Lo que sucede es que en los primeros años de la República, las miradas se desplazaban hacia el Oriente, que era donde estaban ocurriendo las cosas, digamos, más interesantes en materia literaria. La Capital perdió esa primacía, entonces estos jóvenes escritores, encabezados por José Manuel Poveda, apuntaló esa estética y la renovación”.
Tamayo describe así lo que sintió al entrar por primera vez a un espacio tan famoso y al mismo tiempo tan poco conocido en la actualidad:
“Entrar a aquel saloncito… un salón bien reducido, me conmovió, al ver cómo desde un recinto tan pequeño, un grupo de jóvenes escritores replanteó renovar las letras de un país entero y lo consiguieron.
“Y es que parte de la poesía y la literatura de aquella época que conocemos hoy es gracias a esos jóvenes escritores, poetas. Y el libro por el que gano el Premio Oriente trata sobre lo que allí aconteció que fundamenté en mis tesis devenidas libro.
“Siempre quise que el texto saliera por Santiago de Cuba y qué mejor que un galardón de tanto prestigio como el Premio Oriente, de una de las editoriales más grandes de este país. Y pertenecer ahora a su catálogo con una obra como esa y recibir ese lauro, es un regalo no doble sino triple para mí”.
DONDE ESTUVO EL CENÁCULO
El espacio donde estuvo el Cenáculo se encuentra exactamente, en la calle Calvario, entre Rey Pelayo y Santa Lucía. La casa está casi igualita porque Rodolfo consiguió hasta los planos y la descripción del inmueble. La placa fue develada por Regino Boti, nieto, y Alcibiades Poveda, descendiente de los Poveda que eran dos y que estuvieron imbuidos en la renovación: José Manuel, el líder, y Héctor,”que para mí es el tercer gran poeta de ese grupo, y uno de los grandes poetas del movimiento renovador modernista literario en el ámbito nacional. Lo que pasa es que fue una figura eclipsada por su primo, aunque realmente, fue un excelente poeta que también debemos rescatar”.
Este movimiento renovador surge y tiene su mayor auge en las dos primeras décadas de la República. Eran muy jóvenes aquellos poetas y ya alrededor de 1907 hay una inquietud entre ellos que comienza a cuajar a partir de 1910 y tiene su cenit en 1913 cuando también se inicia el declive. ¿Por qué?
La casa donde estaba el Cenáculo era de Arístides Sócrates Henríquez Nolasco, primo de los también dominicanos Henríquez Ureña. Arístides en 1913 regresa a su país y al ser él como el núcleo del grupo, el círculo literario comienza a desintegrarse.
“A ese lugar le llamaban también “el palo hueco”. Las cuadras tenían solo tres o cuatro casas enormes. En la de Nolasco, el primer piso no estaba destinado a vivienda sino como a un almacén; el segundo piso sí. Pero la entrada, en contraste con la fachada tan grande, era sumamente estrecha; la puerta semejaba un palo y así lo bautizó Torralva, uno de los miembros del círculo que años después se suicidó. Cuando uno empezaba a subir los escalones, el piso y la escalera que eran de madera, sonaban como huecos, por eso ellos le llamaban a la casa ´el palo hueco´”.
La placa colocada por la Uneac santiaguera en 2011, en el antiguo Cenáculo en la calle Calvario, entre Rey Pelayo y Santa Lucía
EL COMIENZO DE UN POETA
Para algunos, se nace con la poesía; para otros, se aprende a hacer poesía. Rodolfo Tamayo tiene de los dos, aunque al parecer él ni se daba cuenta.
“Yo me inicié, increíblemente y mucha gente quizá no lo conozca, escribiendo teatro, incluso actuando en una especie de grupo de teatro ´semipro´ para decirlo en término beisbolero, llamado El Espectador y dirigido por Ramiro Herrero. Ahí estaban Santiago Portuondo, otros jóvenes que hoy son actores profesionales… era una amalgama de actores profesionales, actores de la academia y jóvenes aficionados de la calle. Escribí algunas obras de teatro y narrativa… y actuaba. Así comienzo la escritura y para ese momento estaba en 12do. grado.
“Luego entro en el taller literario de Reynaldo García Blanco, con los tres únicos poemas que yo había escrito en mi vida; poemas muy malos, que espero haber destruido y que nadie conserve una copia y me la ´saque´ un día… poemas con una onda romántica, para las muchachitas de la escuela…
“Y como ahí generalmente todo el mundo hacía poesía me puse en sintonía y comencé yo a desarrollarla; las otras cosas quedaron relegadas. Por qué le digo esto: porque la mayor parte de mi carrera ha sido en la poesía. De hecho tengo dos libros publicados: Bajo asedio y Numerales; cuando el primero, yo era estudiante todavía en la Universidad, quizás 2005 y aparezco en varias antologías de poesía; el otro, en 2017. Yo escribo bastante lento; me demoro mucho entre un libro y otro, y boto mucho.
“Hay un tercer libro publicado, que es resultado de una investigación ´a dos manos´ con el poeta e investigador León Estrada: un texto sobre José Manuel Poveda, o sea: investigación sobre poesía.
“Tamayo y León Estrada hicieron esa búsqueda de textos que no habían sido publicados por Poveda y el resultado de la investigación fue el libro de la autoría de ambos: “José Manuel Poveda. Textos recobrados”, del que Rodolfo dice:
“Hay textos alucinantes como si hubiera vivido Martí… Esos son los tres libros que tengo, y esta investigación premiada me vino con la carrera de Letras y el bichito de la investigación que me permitió ver el gran caudal y la gran riqueza histórico, literaria y cultural que hay en Santiago de Cuba, no atendida.
“Es increíble… una cosa tan importante como el Cenáculo que renovó y revolucionó… en todos los libros de literatura Ud. encontraba que allí se gestó la renovación literaria, se consolidó ese movimiento… pero era un párrafo o dos párrafos, no había más.
“Nosotros mismos no hemos sido capaces de hacer una historia sobre algo tan importante. Y me dije: este es un nicho del que tenemos que adueñarnos y sacarlo y mire, es el Premio Oriente.
“En 2017 fue el centenario de Versos precursores; se dice que en las primeras décadas republicanas, y de ese movimiento del que hablamos, hubo tres grandes libros: Arabescos mentales, de Regino Boti, en 1913; Versos precursores, de José Manuel Poveda, en 1917, y Ala, de Agustín Acosta, en 1915; hay un cuarto libro, que es de Federico Uhrbach y Campuzano… Y yo digo que disputándole ese cuarto puesto… si no es el cuarto el quinto puesto, está Héctor Poveda, con el libro Crepúsculo fantástico, que no se conoció mucho porque ya sale a final de la década del 20, cuando el modernismo un poco ha fenecido y las vanguardias estaban prácticamente en su empuje. Además, los propios escritores tenían que pagar sus libros de su bolsillo. Por eso se tardó tanto y no fue apreciado por la crítica.
“Además, estoy trabajando en un texto sobre Sócrates Henríquez Nolasco quien si bien no fue un gran poeta sí un gran promotor literario, que luego se convirtió en uno de los más notables narradores y figura icónica en República Dominicana. Y allá, que lo he constatado, no conocen los años iniciales de Nolasco que los hizo aquí. Conocen la etapa cuando él regresa.
“Para ese momento hay una confluencia, un gran movimiento de Santiago de Cuba mirando hacia el Caribe: éramos fuertes, muy fuertes en el Caribe y eso se ha perdido. Ojalá esa visión y esos lazos se retomen en algún momento. Esa confluencia en el Caribe era muy fuerte en Santiago de Cuba, una ciudad puntera, faro en muchas cosas en el Caribe. Y todo eso te da una visión de que aquí hay una gran riqueza para trabajar, para pasarse… vaya uno se muere y hay cosas que no ha podido sacar.
“Desde que me inicié en la investigación no he parado; he publicado varios trabajos, varios artículos… ahora tengo otra investigación que me apasiona mucho: las fortificaciones españolas. Tengo el Grupo Sendero, que hacemos viajes y hemos encontrado maravillas en la costa y en las montañas; abandonadas, semidestruidas pero que están ahí.
“Ud. pregunta hoy y le responden: el Morro, La Estrella, La Socapa, El Viso, Aguadores… pero hay un mapa del ejército español de Santiago de Cuba, no de los municipios sino de la ciudad, donde hay 101 puntos fortificados y faltan lugares. Hay fortalezas que todavía tienen el color original e infinidad de esos puntos son rescatables”.
Lo precedente será tema de otra conversación con Rodolfo Tamayo Castellanos, quien considera su libro “El Cenáculo Oriental: los poetas” un regalo para Santiago de Cuba y una muestra del esfuerzo por llenar un vacío ¿de qué manera? Al poner los criterios de los protagonistas y de sus contemporáneos; los de las personas que vinieron después; los criterios del autor, y las obras de los protagonistas. Así, el lector sacará su conclusión, porque del Cenáculo se ha hablado mucho pero se ha escrito poco.
QUEHACER DE UN AUTOR
Rodolfo Tamayo Castellanos nació en Santiago de Cuba, en 1983; es poeta, narrador e investigador, y se licenció en Letras por la Universidad de Oriente.
También, Tamayo es miembro de la AHS y egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.
Por su quehacer literario acumula segundo Premio Luisa Pérez de Zambrana (2003 y 2004); Premio Libertad Dearriba y Premio Juegos Florales (2005); Premio Encuentro Nacional de Escritores Universitarios (2006); Premio de la Ciudad (2006); Segundo Premio Mangle Rojo (2008)…
Tamayo Castellanos ha publicado Bajo Asedio. (Ed. Santiago, 2006) y Numerales (2015) y textos suyos aparecen en Alma Mater, Sic, Del Caribe, Caserón y Ventana Sur, y en las antologías Cuatro rostros de la palabra (Ed. Santiago, 2004), Para cantarle a una ciudad: Santiago de Cuba (Ed. Santiago, 2005), Caminos poéticos (Ed. Tres Américas, 2014) y La poesía contemporánea de Santiago de Cuba (República Dominicana, 2007).
El ganador del Premio Oriente 2023 (ensayo artístico literario) es un promotor muy activo de las conferencias ofrecidas, en las que ha abordado temas culturales en eventos realizados en Santiago de Cuba y en el ámbito nacional.
Muestra de su interés por la investigación son publicaciones suyas de ese corte que han aparecido en Sic, Caserón, Del Caribe y Ventana Sur, y además, textos de Tamayo Castellanos aparecen en sitios digitales y en revistas como Alma Mater, Sic, El Caimán Barbudo, Del Caribe, Caserón y Ventana Sur.
La faena literaria de Rodolfo también aparece en antologías publicadas en Cuba y en el extranjero.