Y este 24 de agosto no es diferente, cuando se cumplen 105 años del natalicio del Bárbaro del Ritmo en Pueblo Nuevo, barrio rural a unos 30 kilómetros de Santa Isabel de las Lajas, en la antigua provincia de Las Villas, en el hoy territorio de Cienfuegos.
El Sonero Mayor tuvo una relación muy estrecha con la ciudad santiaguera, ya que hasta vivió aquí y cantó también, no solo en la orquesta de Mariano Mercerón sino en numerosísimos lugares donde llegaba y tenía amistades, por ejemplo en una bodega que existía en Trocha y calle 4.
A propósito, a instancia de un integrante de la orquesta, Mercerón va a buscar a Benny a los campos del central Vertientes, donde estaba de regreso de México, laborando con un pariente en tareas agrícolas. Lo trae a Santiago y durante su estancia aquí graba con la “Mercerón” temas antológicos, en la CMKW, hoy Radio Mambí.
De aquellas incursiones del Benny por el Chago, fue testigo un jovencito que idolatraba al cantor, admiración que llega hasta nuestros días: el ingeniero Elio Gil Fernández era aquel mozalbete y hoy no hay aniversario del cantante en que Gil no ponga su “granito de arena” por mantener vivo el cariño popular santiaguero por Bartolomé Maximiliano, lo mismo con intervenciones en la radio o con trabajos en la prensa plana.
Tampoco falta el sonido Moré en la vivienda de Elio, en Carretera del Morro, frente al promontorio donde se erige la escuela Alemán, pues el ingeniero atesora una importante discoteca del célebre vocalista.
Ahora de visita familiar en Brasil, Gil fiel a su costumbre, envió desde allí un texto por la efeméride de quien a pesar de morir prematuramente a los 43 años, el 19 de febrero de 1963, sigue siendo el más formidable de los intérpretes de música popular cubana, por su “innato sentido musical… fluida voz de tenor, que coloreaba y fraseaba” con la misma expresividad con la que dirigía “a su tribu”, a su orquesta. Y apuntó Elio:
“Moré fue conocido como El Bárbaro del Ritmo, debido a su capacidad para dominar una amplia gama de estilos musicales: son, mambo, bolero, guaracha… su voz inconfundible y su estilo único, lo convirtieron en un ícono no solo en Cuba sino en toda América Latina y el mundo”. Y añadió:
“… Su talento lo llevó a colaborar con grandes orquestas y músicos de la época, y formó su propia banda, la Banda Gigante que se convirtió en una de las más populares y respetadas en la historia de la música cubana”.
Gil señaló finalmente: “Benny Moré no solo fue un artista destacado sino, también, un patriota comprometido con su país. Siempre llevó a Cuba y al terruño natal, en su corazón; su música reflejaba el espíritu y la cultura de su pueblo; su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de músicos y su influencia en el pentagrama nacional perdura; su contribución a la cultura cubana es invaluable; su memoria sigue viva, como su música continúa siendo un testimonio de genialidad. Y en Santiago de Cuba, donde el compartió una parte de su existencia, seguimos amando al Bárbaro del Ritmo”.
