Un ejemplo de resiliencia, de cómo plantar cara a los tiempos duros fue, el año pasado, el programa de Agricultura Urbana y Suburbana en la provincia de Camagüey. Productores, empresas y cooperativas, aplicando la ciencia y la innovación, vinculados a la Universidad de Camagüey y a otros centros científicos, lograron sortear la mayoría de los obstáculos, y no dejar de producir.
INVENTIVA Y CREATIVIDAD QUE SALVAN PRODUCCIONES
La Granja Urbana, perteneciente al programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, cuenta con 672 hectáreas que producen fundamentalmente hortalizas en 41 organopónicos, de ellos siete semiprotegidos, 1 500 huertos y 2 600 parcelas, con un plan anual de 48 000 toneladas de productos totales.
Los 13 que se encuentran en la ciudad están todos sembrados y garantizaron, por ejemplo, la lechuga y las hortalizas de finales de 2024 y de inicios de 2025, explicó a Granma Idael Bencosme Ramírez, director de la unidad empresarial de base Granja Urbana Camagüey.
«La Agricultura Urbana ha tenido estabilidad de sus resultados en los últimos años, con tres calendarios consecutivos como vanguardias nacionales. Varios de los trabajadores que se mantienen en activo son fundadores del programa. Ayuda mucho la estabilidad de la fuerza laboral, compuesta por 130 trabajadores, de ellos, 70 son ingenieros, médicos veterinarios y técnicos de nivel medio.
«Esto posibilita la aplicación de la ciencia y la innovación en el trabajo, para sortear un poco las limitaciones que atravesamos con el combustible y la falta de electricidad. Utilizando productos endógenos de la empresa y del municipio, buscamos soluciones a los problemas que se nos presentan. No tenemos canteros vacíos, porque, como norma, el cantero que se cosecha hoy, antes de las 48 horas debe estar sembrado de nuevo», abundó Bencosme Ramírez.
Como una bonita experiencia calificó el directivo el vínculo logrado con centros educacionales el último año, que contribuyeron a la producción, a la vez que reforzaron la relación estudio-trabajo. «No han sido solo estudiantes, también nos apoyan trabajadores de distintos organismos y entidades».
Con 42 canteros y 1 968 metros cuadrados destinados a la producción, el organopónico de Saratoga es tierra fértil para más de diez productos, entre ellos hortalizas, verduras y plantas aromáticas. Así lo explicó a Granma Oliverio Marino Vega Moya, administrador de la entidad, y aunque es muy difícil, mantienen casi el 100 % de las áreas cultivables, buscando soluciones con mucha inventiva.
«Tenemos limitaciones con la corriente, la materia orgánica, la semilla, pero buscamos variantes, como los compost realizados por nosotros mismos para sustituir la materia orgánica y mantener la aspiración de mejorar los rendimientos. Cuando no hay electricidad no se puede regar, por el tipo de sistema de riego; sin embargo, hicimos un pozo de mano y así regamos nuestras producciones».
El de Saratoga no es una excepción. A unas cuadras de distancia, en el reparto Puerto Príncipe, con 3 850 metros cuadrados y 88 canteros, se puede encontrar otro de estos pedazos de tierra superproductivos, con lechuga, espinaca, tomate, rábano, ajo porro, y un muchacho que le pone la vida y la ciencia a lo que hace.
Harold de Richard Pérez González es administrador de ese organopónico y, además, estudia Licenciatura en Higiene y Epidemiología. «Me va muy bien, dedico la mañana al trabajo, la tarde a estudiar para la Universidad, y en las noches hago guardias. Tengo a toda la familia vinculada aquí; mi mamá es la dependienta y mi padre es mi mano derecha. Sin el apoyo de ellos no pudiera con todo.
«Hemos logrado sembrar la mayor parte del terreno cultivable, lo que falta es porque no hemos podido traer la materia orgánica; pero aquí la palabra de orden es sembrar y sembrar. También tenemos canteros hechos en tierra, con un compost que hicimos nosotros mismos a base de desechos de la misma producción y aserrín. Todo eso quema la hierba y se convierte en tierra vegetal. Así estamos buscando soluciones para no dejar de producir. El apoyo de la Granja Urbana, al proporcionarnos la semilla, ha sido fundamental.
«A la hora que venga la corriente hay una persona que riega. De no venir la electricidad, lo hacemos con una manguera. Las dificultades no nos detienen».
EL ANILLO VERDE DE UNA CIUDAD QUE PRODUCE
Son 114 fincas y conforman un anillo verde alrededor de la Ciudad de los Tinajones, una experiencia que busca acercar las producciones a sus destinos fundamentales. Eso disminuye los costos de transportación y aumenta la frescura con la que llegan a la mesa de los camagüeyanos.
La cooperativa de créditos y servicios (ccs) Renato Guitart abarca áreas fundamentalmente de la circunvalación sureste. La conforman 87 productores, de ellos 46 dedicados a los cultivos varios, 12 siembran hortalizas, 15 se dedican a la cría de ganado mayor y menor, y tres cultivan flores.
Su presidente, Rafael Herrera Domínguez, explicó que lo más difícil ha sido lidiar con el déficit de combustible. Sin embargo, en esas condiciones, la Renato logró entregar, en 2024, más de 4 000 toneladas de producción. «En estos resultados ha sido fundamental el apoyo del Partido y del Gobierno, que nos han acompañado en todo momento, lo mismo en la búsqueda de recursos e insumos que en la solución de problemas con el banco y otros organismos», agregó.
Uno de los asociados a la ccs Renato Guitart es René Fernández Arias, quien en cuatro años logró convertir en tierra productiva, junto a sus dos hermanos, 16 hectáreas que antes eran un campo perdido en marabú. Allí han producido plátano y yuca, pero en estos momentos tienen la totalidad de la tierra sembrada de tomate. De este último producto, especificó que la variedad es la 3 057, de alto rendimiento. Fundamentalmente les venden a la población, a Acopio, a Frutas Selectas y a Educación.
«Hemos buscado soluciones a la falta de petróleo, por ejemplo, en lugar de arar estamos dando picadora. Además, con tres caballos y cinco grillas, grillamos, surcamos y sembramos», dijo Fernández Arias, quien además de sus hermanos cuenta con 15 trabajadores.
Otro buen ejemplo de lo que se puede lograr en el anillo verde de la ciudad con el programa de la Agricultura Suburbana es la finca Villa Luisa, que, recientemente, concluyó el montaje de una minindustria. Ello posibilitará fortalecer el encadenamiento con otras entidades y cerrar ciclos productivos, al procesar parte de sus propias cosechas y de otras aledañas.
Actualmente tienen 12,42 hectáreas de tierra cultivadas, con 6 000 plantas de guayaba, 1 300 de mango y alrededor de 800 entre aguacate y mamey colorado, especificó el productor David Hernández González, quien reveló también que unas 107 variedades de frutas tienen como principal destino, a partir de contratos con Frutas Selectas, el turismo, además de la Empresa Filial de Conservas y Vegetales, y el consumo social.
Se aprovechan también los espacios mediante el intercalado de los cultivos, una técnica que permite diversificar las producciones y alcanzar mejores rendimientos en las cosechas. Villa Luisa es también una finca escuela, en la que se comparten experiencias con otros productores, integrada al programa nacional de rescate y desarrollo de frutales.
El reto mayor sigue estando en el control de las producciones, en seguir la pista de lo que sale de la tierra, ya sea de privados o estatales, para que no se pierda en los complicados entuertos de mecanismos informales de comercialización que siguen haciendo de las suyas y no dejan que se vean los avances en la producción, y mucho menos que lo que produce esta ciudad llegue a precios asequibles y razonables al plato de su gente.