Años atrás, en esa industria, parte de la vinaza generada (residuo líquido que se produce durante el proceso de destilación para obtener alcohol) se utilizaba para la producción de torula, mientras que la mayor parte se descartaba en las lagunas de oxidación; pero desde 2019 la UEB dio un vuelco a esta situación, al adoptar el principio de la economía circular.
«Con el propósito de eliminar la elevada carga contaminante de la vinaza, reutilizamos este residuo en el proceso de limpieza química, debido a su marcada acidez, y el subproducto resultante se combina con agua y se emplea en el fertirriego de la caña, ya que es rico en nitrógeno, fósforo y otros componentes orgánicos, reintegrándose así al ciclo de producción», explicó Ciro Osmani Paneque Sánchez, ingeniero en Automática.
Este procedimiento no solo contribuye a disminuir el impacto ambiental de la producción de azúcar, sino que permite, además, reutilizar la vinaza como un fertilizante y mejorador del suelo, al tiempo que optimiza recursos y beneficia la agricultura con un cultivo de mayor calidad y rendimiento.
Sin embargo, aunque la UEB Derivados, perteneciente al Grupo azucarero Azcuba, destaca en el territorio en el empleo incipiente de la economía circular, también enfrenta escollos para completar este ciclo, específicamente en el fertirriego, debido a que este modelo sostenible aún encuentra reticencias, pues implica una verdadera transformación cultural en el ámbito empresarial cubano.
Un artículo publicado en 2022 por este diario, con el título ¿Qué es y cómo implementar la economía circular?, definía que se trata de un modelo de producción y consumo para buscar nuevas formas de utilizar los materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible, bajo la premisa de recuperar, reutilizar, reducir, reparar, renovar, rediseñar y reciclar.
Al respecto, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó que un país como el nuestro tiene que aprovechar todo, y no dejar que se deseche nada.
«Debemos lograr que todos pensemos en economía circular, tanto en el sistema empresarial como en los municipios, lo que nos permitirá encadenar procesos para llegar a nuevos productos, la transformación de procesos y a innovaciones productivas», apuntó.
DE RESIDUOS, RESERVAS Y POCO APROVECHAMIENTO
A pesar de que la economía circular constituye un modelo de sostenibilidad que despunta como una variante viable y necesaria en el contexto de transformaciones que vive el país, su implementación sigue siendo un desafío para las empresas y entidades del sector estatal y no estatal de la provincia de Granma.
La máster en Ciencias María Isabel Gilart Castillo, subdelegada de Medio Ambiente en la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), comentó a este diario que, aunque el concepto no es nuevo, se pretende revitalizar como un modelo innovador, para poder desarrollarlo en dos municipios pilotos y en algunos sectores.
«Nos hemos concentrado fundamentalmente en los desechos o en los residuos que se van generando de los procesos productivos del sector agrícola, evaluando su implementación en los municipios de Río Cauto y de Buey Arriba.
«Pero la práctica nos ha demostrado que en Granma todavía hay muchas reservas. Existen directivos que manifiestan no tener financiamiento para implementar la economía circular; sin embargo, existen espacios abiertos que no se aprovechan para obtener ese dinero, como es el Fondo de Medio Ambiente, el Fondo Nacional de Ciencia, el Programa de Pequeñas Donaciones, o los propios Proyectos de Desarrollo Local, entre otras opciones; sin olvidar por ello, que las empresas también están en la obligación de dedicar un presupuesto a seguir desarrollándose, porque, al final, aplicar la economía circular es hablar de ganancias».
No obstante, según reconoció la directiva, este es un proceso complejo que no se va a lograr materializar de un día para el otro, «por lo que nos corresponde seguir capacitando, informando, acompañando, y tratar de que tanto el sector estatal como los nuevos actores económicos hagan de esta práctica una manera diferente de tratar los residuos que van quedando en su actividad».
Mayda Correa Escribano, doctora en Ciencias Económicas y profesora auxiliar del Centro de Estudios de Dirección y Desarrollo Local de la Universidad de Granma, advirtió que «en Cuba existe una particularidad, y es que el periodo nos ha llevado a la economía circular; no es porque la teoría está avanzada, sino porque la práctica nos está presionando a cambiar nuestro modelo de producción y consumo actual, pues es muy costoso, contaminante, y requiere de un alto consumo de energía.
«Las experiencias al respecto se concentran en la industria extractiva mayormente, aunque no están diseminadas en todo el país. En Pinar del Río lo están haciendo en los centros de estudios desde la ingeniería forestal, agrónoma y la agrícola, que también es muy fuerte en Villa Clara; mientras que en Camagüey y Santiago de Cuba existen resultados concretos en la industria alimentaria.
«En Granma, en particular, predomina el modelo de producción de economía lineal, en el que usted extrae, transforma, usa y tira; no hemos llegado siquiera a reducir residuos. Cuando, por ejemplo, se da una mirada a las calles Línea y Himmy Hirzel, en la ciudad de Bayamo, es posible percibir que seguimos tirando productos, porque no se les da un valor adecuado para ir de nuevo a un centro de producción ni de transformación», aseveró Correa Escribano.
Precisamente sobre cuánto falta en la provincia para encauzar esta filosofía, agregó que «primero tiene que haber una estrategia de transición para la economía circular desde el Gobierno, que sea similar a la de innovación y a la del medio ambiente, las cuales son transversales.
«Tienen que existir indicadores propuestos para que el Gobierno, desde su sistema de monitoreo, seguimiento y control, pueda evaluar el cumplimiento de las estrategias y cómo se están cumpliendo esos indicadores de la economía circular, porque de lo contrario no avanzaremos», alertó.
ROMPER EL CíRCULO VICICIOSO, HACER CIRCULAR LA ECONOMíA
En un reciente taller sobre economía circular, organizado por la delegación del Citma en Granma, y con la presencia de académicos de la Universidad del territorio, se presentaron las experiencias de diversas entidades locales respecto al aprovechamiento de residuos, fundamentalmente derivados de la industria azucarera y de la producción agropecuaria.
Un ejemplo concreto de cuánto aún se dejan de aprovechar residuales que pueden reutilizarse con otros fines, es el de la Empresa Agroindustrial de Granos José Manuel Capote Sosa. Aunque esa entidad vende parte de la cascarilla de arroz resultante del proceso de molinería al Laminador de Las Tunas, otra gran parte de este subproducto se vierte al drenaje, lo que significa una pérdida de oportunidades para convertirla en biocombustible mediante procesos como la combustión, generando calor o electricidad.
En ese encuentro también se identificaron las potencialidades de la industria láctea, que si bien cuenta con un saber hacer y una tradición en el estudio y uso de sus residuos, varios de esos componentes pueden ser tratados para crear fertilizantes orgánicos; o ser transformados en biomateriales para aplicaciones industriales.
Lo cierto es que, a pesar de que existe un sistema de trabajo para la implantación del Plan Nacional de Desarrollo Económico Social hasta 2030, sustentado en macroprogramas y programas que conciben la economía circular como una necesidad, en Granma urge aprovechar más y mejor los residuales y subproductos.
En ese sentido, queda camino por andar en aras de desarrollar políticas que alineen la economía circular con otras áreas claves, como la innovación, la industria, el comercio y el Medio Ambiente, fomentando modelos de negocio que permitan compartir recursos; adoptar tecnologías flexibles y económicas; así como establecer alianzas para crear sinergias en el uso de materiales.
El desafío, en definitiva, es que los buenos ejemplos existentes hoy en la provincia de Granma, y en el país, dejen de ser excepciones, y se extienda el uso de la economía circular como una estrategia de desarrollo, capaz de transformar residuos en nuevas oportunidades.