Llama la atención cómo se han multiplicado los microbasurales en muchas barriadas de esta ciudad, incluso en algunas que se distinguían por la pulcritud de las calles. Bien lo saben quienes habitan en Sueño, Chicharrones, el reparto Municipal o Petrocasas Haydée Santamaría, por citar algunos en los que la demora en la recogida de basura propicia el aumento de la indisciplina social, pues cada vez son más las esquinas convertidas en vertederos.

A la suciedad y la pestilencia que cercenan la aspiración de contar con una urbe más higiénica, se suman los riesgos que entraña este panorama para la transmisión del dengue y de otras arbovirosis.

El Aedes aegipty es un insecto con gran capacidad de adaptación y una extraordinaria resistencia al medio. Si bien el mosquito suele reproducirse en agua limpia, también lo hace en agua sucia; lo mismo en tanques que una tapita de botella, un cascarón de huevo… Y los basureros ofrecen el ambiente idóneo para la ovoposición, pues hay miles de objetos donde se acumula el preciado líquido, aunque sea en pequeñas cantidades.

Hay factores que favorecen la reproducción del vector y que no son modificables, como las condiciones climáticas (lluvias, altas temperaturas y humedad elevada) pero hay otros condicionantes que sí podemos transformar y el vertimiento de residuales líquidos y sólidos es uno de los más importantes cuando de prevenir el dengue se trata.

Por eso urge atender esta situación con el rigor y la minuciosidad que amerita, pues a ello hay que sumar otros elementos de la cotidianidad como la disminución del alcance de las acciones antivectoriales, las dificultades en la supresión de salideros y obstrucciones, así como la baja percepción de riesgo de buena parte de la población, que no aplica las medidas preventivas y continúa favoreciendo la reproducción del mosquito en las viviendas y centros laborales.

Todo lo anterior configura el escenario para que se incrementen los casos de arbovirosis en el territorio.

Se acerca el inicio del período lluvioso, que se caracteriza por las altas temperaturas, y si para entonces continúan en aumento los microvertederos, el problema de salud que es el dengue podría alcanzar dimensiones epidémicas.

La disciplina social es indispensable, como también lo es que se apliquen con severidad las normas jurídicas sobre quienes afectan la higiene comunal y contribuyen a la propagación del dengue y de otras infecciones. Asimismo, deben buscarse alternativas ante la falta de combustible y la indisponibilidad técnica de los vehículos para la recogida de desechos sólidos, y velar por el cumplimiento de esta actividad.

Las serias dificultades económicas que atraviesa el país repercuten en la calidad y alcance de las acciones de control entomológico, por eso hay que elevar el combate contra el vector en todos los frentes.

No olvidemos que el dengue, como otras arbovirosis, tiene una baja letalidad, pero puede generar complicaciones importantes, e incluso la muerte. Por eso, no debe subestimarse el peligro que implica. Y por otra parte, todos tenemos derecho a vivir en entornos saludables.

Santiago de Cuba es una de las ciudades más bellas de este país, y durante muchos años ha sido notable la pulcritud de sus arterias junto a los ingentes esfuerzos por imprimirle una imagen de renovación. Lograr que sea la urbe cada vez más higiénica, ordenada y disciplinada, a la que nos instara el General de Ejército Raúl Castro Ruz, transita necesariamente por emprender una ofensiva contra la suciedad que hoy abunda en no pocos lugares.

Que sea una batalla por la salud y por seguir enalteciendo a la ciudad que habitamos.